Akem
Sabes que el miedo se apodera de ti, cuando el cuerpo no reacciona por quedarse en un momento de shock.
Así mismo está Bruno D' agostino.
Sus ojos se agrandan a tal nivel que pienso que se les puede salir, el pecho sube y baja a un ritmo anormal causando que su respiración ventile con fuerza. Mi sonrisa se ensancha al ver el miedo que le otorgo con solo mi mera presencia, mis pasos retumban por toda la celda de mala muerte; ratas pasan de aquí para allá reclamando su privacidad, algunas carabelas posan en la pared con grilletes en sus muñecas y bolas pesadas donde era el tobillo. Con las manos unidas detrás de mi espalda, me acerco a él sigilosamente, sin afán.
Sus sollozos martillean mi cabeza produciendo una leve jaqueca.
¡Que se calle joder!
Al pararme enfrente de él, agacha la cabeza con temblor en sus manos y piernas. Así, puedo apreciar su cabellera castaña rizada y su piel pálida.
— Mírame a los ojos. — ordeno pacientemente.
Reprime entre sus labios otro gimoteo pero se niega a verme a la cara.
Agarro su pelo entre la palma de mi mano y lo jalo hacia atrás provocando que grite de dolor, sus ojos cafés llenos de lágrimas me observan con pánico.
— No llores, no te haré daño. — miento sonriendo — Por los momentos, no.
— Mi... padre vendrá por mí y cada lágrima derramada, la pagarás al doble. — amenaza con voz temblorosa.
Una sonora carcajada se escapa de mis pulmones haciendo que lo suerte y me dirija a la pequeña ventana que se encuentra en lo más bajo de la mansión.
— Cada lágrima derramada, la pagarás al doble. — me mofo — ¿Qué te asegura que no serás tú quien pagará por las lágrimas derramada de mi mujer e hijo? ¿No te lo has preguntado? — lo miro de reojo — Eres igual que tu padre, botas mierda por la boca pero se las unta en las manos, que vergüenza dan. En fin, Fabrizio estará muy contento al tenerte aquí como un invitado más. ¿No te gusta tu estancia? — pregunto con sarcasmo — Ay, Bruno. Tu padre le hace aunque sea un rasguño a mi hijo, y te juro que sufrirás muchísimo.
Me apresuro de salir de ese lugar que huele horrible, y me aventuro por los pasillos estrechos que son iluminados por antorchas como en los siglos pasados. Subo las escaleras hasta encontrarme con unos voyeviki resguardando la entrada de este; camino hasta adentrarme al interior de la mansión y me alojo en mi despacho.
Marco el número del Capo de la mafia italiana, la cual es atendida por uno de sus hombres.
— Diga. — dice al otro lado de la línea.
— Me encantaría hablar con su Capo sobre la hermosa estadía que tiene su hijo en una de mis propiedades. — suelto de manera burlona — Ah, se me olvidaba, soy el Boss, Akem Ivanov.
Se escucha por un par de segundos puro silencio. Luego, unos murmullos hasta que la voz de Fabrizio se hace presente.
— Por lo visto ya te diste cuenta que Arabella está conmigo, pero que celoso eres hombre. — frunzo el ceño y me quedo callado — ¿A poco no sabías que ella misma se vino para estar entre mis brazos? Ella sabe lo que le conviene, y ese soy yo.
— Mentir está en tu sangre, es algo normal en las ratas de tu especie. — suspiro cansado — Te hago esta cordial llamada para decirte lo bien que me llevo con Bruno, lo malo es que se asusta de la nada, no aguanta ni un jalón de pelo.
— ¿Dónde está el Sottocapo? — le pregunta a otra persona, el cual responde lo obvio, lo tengo yo — ¡Merda!
«Merda: Mierda.»
ESTÁS LEYENDO
INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]
Roman d'amourInfierno: Tercer libro de la Trilogía "Entre el fuego y el infierno" Arabella era un mar en calma hasta que conoció la fuerte tormenta de Akem. Cinco años han pasado desde la terrible despedida de Akem, desde esa dolorosa carta de amor. Cinco infern...