38° Aquella italiana

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Arabella

El hermoso cielo mañanero es un espectáculo ante mis ojos, disfruto de la fresca brisa que se cuela por la terraza del restaurante sacudiendo mi peluca rojiza. Jerome se encuentra sentado a dos mesas de mí atento de cualquier movimiento junto a varios soldados que se infiltraron como meseros, otros como clientes turistas y unos como seguridad; a parte, de los francotiradores que se ubican en toda la zona.

Una parte de mí siente culpa por estar haciendo cosas a espaldas de Akem pero así como él atiende sus asuntos como Boss, yo tengo que asumir los míos como Reina.

Un hombre trajeado con una espesa barba bien cuidada, ojos marrones, sonrisa sádica y múltiples anillos en sus dedos se sienta enfrente de mí. Quito mis lentes de sol y los dejo encima de la mesa encontrándome con su mirada fulminante; cabe destacar, que noté la incomodidad del menor de los Petit a una mesa de nosotros.

No soy estúpida para venir hasta aquí y no tener varias opciones a la mano. Tanto él como yo no nos íbamos arriesgar en vernos sin seguridad, y lo visualizo cuando varios hombres con rasgos latinos recorren por el restaurante atentos de mi hermano. El único apoyo que tiene es el de Miguel García, el puto jefe de todos los carteles de droga mexicanos y haitianos.

— Siempre serás una hermosa vista para mí, mio tesoro. — halagó Fabrizio.

— No solo para ti y lo sabes. — agarro mi batido de fresa alzándolo a su salud — Por nuestro final feliz.

— Salud. — agarró el vaso de agua.

Uno de mis soldados infiltrado como mesero se acerca "ofreciendo el menú". Cada uno pide lo suyo y ordeno dos copas de champán para brindar como tiene que ser.

— ¿En qué me beneficia esta reunión Arabella? — une sus manos sobre la mesa enarcando una ceja de esa manera que es irresistible para cualquier mujer menos para mí.

— Pero que mal pensado eres D'agostino. Solo que te extrañaba mucho y quería verte — sonreí —. Me escapé de mi esposo solo por ti.

Le hice ojitos.

Con un movimiento rápido me coge una mano y besa el dorso de esta, me tenso en el asiento más no lo hice notar. Esbocé la sonrisa más falsa que mis labios han podido mostrar para calmar un poco mis nervios, estaba segura con lo que hacía y las consecuencias que esto traería pero el que no arriesga, no gana. No puedo vivir toda mi vida detrás de lo que demande el Boss para el bienestar de nuestra familia porque yo también lo puedo hacer a mi manera.

Entrelacé mi mano con la de él provocando admiración en sus ojos del diablo. Él me veneraba mientras que a mí me da asco su cercanía.

— Sei come i fiori che crescono nell'oscurità. Bella e pericolosa. — susurró en nuestro idioma natal.

«Sei come i fiori che crescono nell'oscurità. Bella e pericolosa: Eres como las flores que crecen en la oscuridad. Hermosa y peligrosa»

Me encojo de hombros.

— Las que florecen en la penumbra tienen cualidades ocultas ¿Las quieres descubrir? — asiente maravillado — ¿Harías todo por mí?

— Sí, hasta matarte si es necesario para que seas solo mía. — sus palabras fueron un indicio de amenaza pero no me debilité.

Las dos copas junto a la botella hicieron acto de presencia. Nos sirvieron y la choco con la de él.

Observo de reojo a mi soldado que con un asentimiento de cabeza me dio la señal.

— Brindemos por el futuro que nos prepara y por el golpe de mafias que habrá.

Él ingiere el licor mientras que yo finjo que hago lo mismo. Cruzo mis piernas y me acerco más a él viéndolo fijamente.

INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora