Akem
Llegamos a la cabaña en la cual se está hospedando Arabella y me sorprendo al ver a Jerome sentado en la terraza bebiendo cerveza.
¿No quería estar sola?
Él al escuchar pasos se levanta del asiento y al verme me mira con la cara en alto. Me imagino miles de formas para asesinarlo pero eso sería otro detonante para la poca confianza y unión que tengo con la Dama de la Bratva; sin embargo, mi autocontrol se hace presente en la estancia y subo las escaleras para llevar a la bebé a descansar. Abro la primera puerta que localizo y agradezco que es la habitación de mi mujer.
Me siento en la cama, me quito los zapatos con la ayuda de un pie primero y luego hago el mismo procedimiento con el otro. Recuesto a la niña en la cama boca abajo y palmeo su espalda con suma sutileza para que pueda continuar descansando.
Recorro con mis ojos el dulce y tierno rostro de la bebé sintiendo como mi corazón me grita una y otra vez que está niña es especial. Esfumo esos pensamientos de mi cabeza y me convenzo que solo estoy así porque nunca voy a superar la perdida de mi hija. De un momento a otro mis párpados se van cerrando poco a poco avisando que el agotamiento se ha instalado en todos mis sistemas, así que me quito la camisa, agarro a la niña y la sitúo sobre mi pecho para que sienta un poco de calor mientras duerme.
Y sin más, caigo rendido.
[...]
Percibo unas pequeñas manos tocando mi barba, frunzo el ceño sin entender quien ha tenido el valor de despertarme. Abro primero un ojo y veo una bebé viéndome y botando baba por la boca y cayendo en mi pecho, me espabilo por completo.
Ella empieza a reírse porque mi barba le da cosquillas en las palmas de las manos, pero al ser una bebé con total inocencia, la curiosidad está instalada en ella así que repite una y otra vez la misma acción. Giro mi cabeza y veo a Arabella acostada en posición fetal durmiendo cómodamente, una sonrisa maliciosa se dibujó en mi semblante al saber que ella aún dormía y yo no.
— Muy bien florecita, así como me despertaste sin una pizca de contemplación, lo harás con tu madre también, ¿Vale? — espero como si ella me fuese a responder.
La coloco a un lado y ella gateó hasta ubicarse junto a Arabella. Ella empieza a jalar su cabello pero no sé despierta todavía, por lo tanto, con mucha inteligencia se acuesta a su lado y como uno de sus senos casi sobresale del pijama, ella lo termina de sacar y lo lleva a su boca. Si a mí pequeña no la despertó que la niña estuviera prendida de su pezón, lo hizo mi tremenda carcajada.
Arabella se despierta sobresaltada lanzándome dagas por los ojos y con la nariz arrugada.
— ¡Uy! huele horrible. — de repente a mi olfato también llega el hedor — ¿Quién cambiará a este pastelito, quién? ¿Tu papi verdad?
Ella cruza la mirada conmigo, carga a la niña y me la entrega para que yo la cambie. Suelto toda mala palabra que llega a mi mente en ruso y me levanto malhumorado, coloco a la nena en la cama, desabotono los botones del body blanco y quito el pañal dándome la grata sorpresa de todo el desastre que bota por su culito. Arabella me pasa un pañal limpio junto a unas toallas húmedas para purificar lo que tiene entre nalga y nalga, y una pomada que reconozco que huele muy bien.
Sin tener otra opción la cambio bajo la mirada de mi Diosa.
— ¿Cómo la llamaremos?
— Estaba pensando en Sasha o Larisa. — se encoge de hombros — ¿Cuál te gusta a ti?
— Mi bisabuela se llamaba Sasha, era una mujer con mucho temple y respetada en su generación. — confieso — Ella estuvo encargada de la Bratva hasta que mi abuelo tuvo dieciséis años.
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INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]
RomanceInfierno: Tercer libro de la Trilogía "Entre el fuego y el infierno" Arabella era un mar en calma hasta que conoció la fuerte tormenta de Akem. Cinco años han pasado desde la terrible despedida de Akem, desde esa dolorosa carta de amor. Cinco infern...