16° Mi verdadera yo

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Arabella

Días llenos de paz para la familia Ivanov Duarte, donde las risas, la nostalgia y las pequeñas ocurrencias nos han hecho ser una familia deseada y soñada por muchos en el mundo. En estos increíbles días me he recuperado rápidamente con los cuidados de mi esposo e hijos.

Todo esto pareciera un sueño.

Las largas pláticas y discusiones que he tenido con Akem me han hecho abrir los ojos de un solo golpe, me dí cuenta que en realidad nunca mi objetivo fue engañar a los demás, sino a mi misma. No aceptaba que esa mujer "fuerte, decidida, con temple" hubiera sido pisoteada más de una vez, me jodia el maldito orgullo.

Había perdido al amor de mi vida, y lo único que me quedaba eran mis bebés. Estaba perdida sin saber que rumbo escoger pero la llamada de Bianca fue mi luz al final del túnel, ví una nueva oportunidad, una nueva vida para mis hijos; podía ser otra persona aún con los recuerdos de mi anterior vida. Akem toda su vida ha sido un idiota y el muy hijo de puta le enorgullece como si fuese el trofeo que la vida le regaló.

Pero así me enamoré de él.

Estos días así como han sido llenos de alegrías, también están llenos de tristeza. Saber que él se sacrificó por nosotros, es algo muy raro de asimilar. No solo fuimos los niños y yo los que sufrimos por cinco años, mi idiota llevó la mayor parte. Planear durante meses una muerte y que sobre todas las cosas, que yo me lo creyera.

Caí como una tonta, así como años atrás Clarissa y Jimena nos traicionaron pensé que el gobierno ruso había sobrepasado sus limitaciones capturando al mafioso más buscado por el FBI y otras agencias secretas. Si Akem continúa libre es porque sabe cómo escabullirse y salir ileso de todas sus atrocidades.

Ambos sentados frente al calor de la chimenea viendo a los niños dormidos sobre la hermosa alfombra blanca de oso polar, Akem pasa su brazo por mis hombros acercándome más a él, como si fuese una manta que necesita para cobijarse. Dejo la taza de chocolate caliente en la mesa que se ubica en un lateral y me apoyo en su pecho besando su cosquillosa mejilla.

— ¿Te gusta? — pregunta de la nada Akem.

— ¿Me gusta qué? — frunzo el ceño.

— La barba, ¿te gusta? — dice con cautela.

Una sonrisa se asoma en mis labios, me quedo callada por unos minutos haciendo que su angustia por saber aumente.

— Mmm, bueno... — empieza a besarme el cuello provocando que me ría escandalosamente — ¡Para, por favor para! — me siento en su regazo proporcionando un beso en sus ricos labios — Me encanta como te ves, un maduro muy sexy. — gruño mordiendo el lóbulo de su oreja.

Acapara mi boca con la suya en un beso nutrido de deseo, concierno con la misma efusividad produjendo que apriete mis nalgas.

— No enciendas algo que no podrás apagar Arabella — murmura cerca de mi boca.

— Vale, entonces hazte la Manuela y listo. — intento bajarme de sus piernas pero no me lo permite — ¡Suéltame idiota!

— Ahorita no te follo aquí mismo por respeto a la presencia de nuestros hijos, porque sino — magrea fuertemente uno de mis senos —, te hago tragar tus insultos con gemidos.

Sus palabras hacen que me caliente de una manera exorbitante, que una corriente transite por todo mi cuerpo encendiendo hasta la última arteria de mi autonomía. Mis mejillas se sonrojan produciendo que me arda toda la cara, parezco una adolescente hormonal cuando estoy cerca de Akem, mis sentidos y razonamiento desaparecen, elevando que mis fantasías y deseos carnales reluzcan en mi perversa mente. Él lo sabe, él sabe lo que provoca en mí y eso lo excita, le divierte verme así con ganas de quitarle la ropa pero la única neurona receptiva que me queda señala una tarjeta roja para que me detenga por respeto a nuestros hijos.

INFIERNO +18 [3] ✓ [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora