7 | Platos rotos

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Anoche, antes de quedarme dormida estuve dando mil vueltas, envuelta entre las sábanas de mi cama, pensando en las sensaciones que me transmitió el beso que me dio Jareth en la mejilla, y eso que solo fue un simple beso en una zona nada importante. También en el agradable paseo de camino a casa. Sin esfuerzo puedo mantener con él una charla, lo cual con desconocidos me suele costar bastante. Con Jareth me siento en total tranquilidad y a gusto.

Me levanto de la cama con dificultad, ya que, he dormido pocas horas entre vuelta y vuelta. Aunque oigo como mi cama me pide que vuelva, no hago caso a mis deseos, debo ir a trabajar y eso también me encanta.

Perezosamente voy a la cocina para prepararme un café. No me agrada para nada su sabor, pero con tal de no dormirme durante el día me basta como motivo para beberlo. También saco pan y mermelada para hacerme unas tostadas.

En cuanto estoy sentada en uno de los taburetes de la barra de la cocina, oigo como abren la puerta y la vuelven a cerrar. Beth, que acaba de llegar, se asoma a donde estoy yo. Lleva algo en las manos.

—Cuando vi esta revista en el quiosco no pude evitar comprarla — dice con tono cansado, pues llega de servir cócteles y más cócteles durante toda la noche.

Le extiendo la mano para que me de la revista, me la entrega y se va al sofá donde se deja caer. Está tan cansada que no es capaz de llegar a su cama.

En cuanto la tengo en mis manos la ojeo por encima hasta llegar a una página que capta mi atención al instante, más bien lo que hace que me pare en esa hoja es el encabezamiento y la foto que hay debajo de ese.

Se trata de una foto en la que salgo de espaldas con la chaqueta de Hudson puesta, y él a mi lado. Debieron echarla cuando estábamos esperando a que el chófer del cantante nos recogiera. Mientras, en el título aparece la siguiente pregunta: "¿Quién será la misteriosa chica a la que Hudson presta su chaqueta y parece haberle cautivado?".

Ahora entiendo porque Beth no pudo resistirse a comprarla. Después de haber salido en las noticias el otro día, ya estaban tardando en publicarlo en las revistas.

—No me lo puedo creer — digo por fin, estupefacta.

—Mi amiga es famosa ahora — sonríe, tomándose esto a broma.

—Esto es horrible — digo sin creérmelo aun — sacan todo de contexto y dicen lo que les viene en gana.

—Te están relacionando con el cantante estrella y al que todas las chicas quieren a su lado, no al monstruo de las nieves — replica, como si estuviera ofendida.

—¿Podrías dejar tu lado de fan loquita por Hudson Allen por una vez y ver esto de otra forma? — le pido con un poco de frustración.

—Vale, vale. Puede que seas tú, pero nadie puede reconocerte ya que no se te ve la cara en ninguna de las fotos — dice finalmente.

Beth tiene razón. La gente no va a saber quién es la chica de la que ahora todas las revistas hablan, van a pensar que es cualquier castaña, en la ciudad hay muchas con el mismo color de pelo que yo. Eso es lo que me tranquiliza.

Sin darle más importancia al asunto, sigo desayunando y mi amiga se dispone a dormir. Parece que ha decidido que la cama es más cómoda porque se va del salón para adentrarse en su habitación.

Tranquilamente me tomo el café y las tostadas que me he preparado. Me visto sin tardar mucho, ya lista salgo para ir al trabajo.

Como siempre, voy en metro, que ahora mismo está abarrotado y en cada vagón parecemos sardinas en lata del poco espacio que queda libre. Es lunes por la mañana y todos tienen que ir a trabajar o a dejar a sus niños en la escuela.

Entre un amor y medio (Entre amores #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora