25 | Entradas a domicilio

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Maratón

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—¿¡Es enserio lo que me estás diciendo!? — me pregunta Beth, chillando eufórica en mi cara. Voy a volver a hablar cuando me interrumpe — porque como sea una broma, te juro por todo lo alto, Iris Stephanie Cooper, que no querrás ser tú quien esté justo a mi lado — me amenaza.

Al ver la alteración de mi amiga, Kiwi se bufa del susto y sale corriendo dirección al final del pasillo del apartamento, seguramente ha ido a refugiarse en mi cuarto.

—Asustas hasta al gato, Bethany Rose — la imito al decir su primer y segundo nombre.

Me río al ver la cara de fastidio que me pone en cuanto su nombre compuesto sale de mi boca. A Beth nunca le ha gustado que le digan por su nombre completo, menos que le digan Bethany, prefiere su diminutivo.

—Ese no es el punto — vuelve al tema de antes cruzándose de brazos — te quisiera creer, pero lo que me acabas de decir es algo que me resulta casi imposible.

—Olvidas quien soy — me hago la importante.

—Una pésima amiga como lo que me estás diciendo sea mentira — entrecierra sus ojos hacia a mí.

Lo que yo pienso es que está dando saltitos de alegría por dentro y que no quiere creérselo porque entonces se desmayará del entusiasmo que le va a invadir el cuerpo.

—¿Desde cuándo te he decepcionado? Te prometo que es cierto y justo esta noche lo vas a poder comprobar — le aseguro.

—¿Pero y el trabajo?

—Nunca pensé que rechazarías lo que te estoy proponiendo por ir a servir copas hasta las cinco de la madrugada — ahora la sorprendida soy yo.

—No lo haría, pero me preocupa porque es de donde saco el dinero — me recuerda muy obvia.

—Tú no te preocupes por eso, en cuanto termine te vas. Si tu jefe tiene algún problema que me llame a mí — resuelvo.

Tras decir eso Beth se abalanza sobre mí para darme un gran abrazo, que me desestabiliza logrando que las dos caigamos sobre el sofá. Río por su reacción tan entusiasta, pero comienzo a toser cuando mi amiga refuerza el abrazo y siento que el aire comienza a disminuir.

Rápidamente ella se aparta, dejándome respirar de nuevo.

—¡No me creo que vaya a ver a mi cantante favorito actuar en directo! — exclama aun emocionada por la noticia — ¡y menos que sea tras el escenario, donde prácticamente nadie puede entrar! Es la primera vez y no podría estar mejor.

—Ahora que te lo has creído, ¿a que no soy una pésima amiga?

—Eso está aún por verse.

Cuando Hudson me trajo a casa el día de la boda de Melissa me invitó a su concierto, que resulta es el día de hoy, y me dejó llevar a alguien conmigo. Decidí en ese momento que me llevaría a la loca fan de Beth conmigo, sabía que la noticia le iba a encantar y que no podría rechazar la oferta de ir al concierto.

Y como ya predije, Beth ha mostrado un entusiasmo que me parece de otro universo. Ha pasado por varias fases. Primero se ha quedado mirándome sin decir nada, como asimilando lo que le acababa de decir, luego se ha negado a creer lo que le estaba diciendo para pasar a la aceptación llena de euforia, aunque se haga la que no se lo cree todavía.

Cuando Beth comienza a tranquilizarse un poco tras la noticia llaman de forma repentina al timbre. Mi amiga y yo nos miramos con una interrogación en la mirada, ninguna está esperando a nadie. Ella se vuelve a sentar en el sofá, como no, a la que le toca ir a abrir la puerta es a mí.

Entre un amor y medio (Entre amores #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora