13 | Locura prometida, locura cometida

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—Qué bueno está — dice Beth, mirando atentamente la pantalla de la televisión. Parece que se le van a salir los ojos de las órbitas.

Frente a nosotras se reproduce una de las películas del Capitán América y mi amiga se encuentra muy emocionada. Creo que es de las primeras la que ha puesto, no lo sé muy bien, ya que, yo no sigo esa saga. Aun así, hay que decir que Chris Evans, como bien dice mi amiga, es de admirar en todos los sentidos, ojalá tener uno en mi vida.

Ahora mismo se encuentra embutido en su traje de superhéroe, el cual le sienta demasiado bien. No estoy interesada en estas películas, es Beth quien sí lo está, yo solo me he unido a ella por las palomitas y por ver a Chris en acción.

Beth, aparte de encantarle el romance en las películas,  también es una fan loca de Marvel, y por eso ha decidido comenzar a ver una película cuando debería estar arreglándose para ir a trabajar, porque sí, esta noche debe de ir a hacer de bartender.

Justo cuando comienzan a salir los créditos de la película es cuando me termino el bol de palomitas que me he hecho solo para esto. Beth, con prisas se levanta para prepararse en menos de quince minutos y salir de aquí corriendo. Me río de verla intentarlo sin chocarse con ningún mueble.

Mientras tanto, Kiwi se estira en el otro sillón donde se encontraba durmiendo. Se levanta, meneando su cola como siempre, y se sube al sillón en el que estoy yo para acurrucarse en mis piernas y seguir durmiendo. Kiwi es todo un zalamero.

Como amante de los animales, comienzo a acariciarle, a lo que él contesta con un ronroneo incesante. Me encanta cuando hace eso, significa que está a gusto y me alegro de que se encuentre así de bien conmigo. Y me encanta acariciarle, tiene un pelaje muy suave.

Pocos minutos después, Beth ya está lista para irse. Cuando me habla parece sofocada de tanto que ha corrido por el apartamento de un lado a otro. Esta se va, mientras yo me quedo a solas con mi maravilloso gato, el cual me alegro de haber adoptado.

Como son animales que ni siquiera hablan, a algunos puede parecerle que no son la gran cosa y que no contribuyen a nada, pero hacen más compañía de la que uno puede creer. Ha sido buena idea traerlo aquí con nosotras, y más siendo un gato tan cariñoso y bueno.

Por mi parte, me quedo durante un rato más viendo la televisión, hasta que me entra sueño, pues he estado trabajando bastante y no paro en todo el día. Decido entonces irme a la cama. Como de costumbre, Kiwi me sigue y se acuesta, adelantándose a mí.

Ya cambiada a mi pijama de siempre, voy a meterme en la cama cuando la pantalla de mi móvil se enciende. Un mensaje.

Es Jareth, diciendo que me asome por el pequeño balcón que tengo en el salón del apartamento. Con la curiosidad picándome, me dirijo a donde dice, encontrándomelo abajo en el portal. Lo miro sorprendida y él al verme sonríe.

—¡Baja! — grita desde abajo para que pueda escucharlo.

Le chisto para que no hable muy alto, un par de personas que pasaban por delante se han quedado mirándole con mala cara y me da vergüenza que alguien pueda escuchar cualquier conversación que tenga.

Vuelvo a entrar, dejando a Jareth donde estaba y le contesto al mensaje que minutos atrás me ha mandado preguntándole qué se supone que hace a estas horas abajo en el portal. En lugar de contestar a mi pregunta, lo único que hace es insistir en que baje con él.

Le digo que estoy cansada y que no son horas para ir a ningún lado, además voy en pijama y no quiero salir así a la calle. Él sigue insistiendo, hasta que finalmente logra convencerme. Para qué mentir, yo también tengo ganas de pasar un rato con él.

Entre un amor y medio (Entre amores #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora