No hay nada como pasar la tarde del viernes como estoy haciéndolo yo en estos momentos, rebuscando en mi armario para encontrar ropa que ponerme para lo de Melissa. El problema es que no encuentro nada decente, y menos para una ceremonia como lo es una boda.
Casi toda mi ropa consiste en vestimenta diaria, hace años que no tengo que acudir a una ceremonia de tal calibre y tampoco salgo mucho de fiesta, por lo que para la despedida de Melissa me sigo quedando en las mismas.
Ojalá ser Kiwi en estos momentos, él no tiene ni una mínima complicación como esta, solo se limita a dormir mientras zarandea su cola de un lado al otro como lo está haciendo ahora mismo.
Me siento en la cama desistiendo y subo a Kiwi sobre mis piernas para comenzar a acariciarlo. Para estar más cómoda, me recuesto sobre la pared, y Kiwi se reacomoda encima de mí, se acurruca y comienza a ronronear en cuanto lo acaricio.
De repente, la cabeza de Beth se asoma por mi puerta y al ver el desastre que he montado, se queda sorprendida. Le indico que pasa.
—Pensaba que de las dos, la más desordenada era yo — dice mirando a su alrededor.
—No encuentro nada que ponerme para lo de Melissa.
Beth sabe que Mel me ha invitado a su despedida de soltera y a la boda, se lo conté el mismo día en que la rubia me lo comunicó. Se queda pensativa mirando toda la ropa esparcida por todo el cuarto, hasta que vuelve a hablar.
—Normal, llevas la misma ropa de hace años y no te he visto cambiar nunca. Por eso te he dicho varias veces que debes ir de compras y adquirir para todo tipo de ocasiones — contesta muy obvia.
Lección aprendida de esta tarde: debes tener siempre en el armario ropa de todo tipo por si te surge algún evento.
—Es que hacía mucho que no me invitaban a cosas como esta. Y de qué me sirve tener ropa de fiesta si no salgo prácticamente a eso — me excuso.
—Pues por ocasiones como estas.
Me encojo de hombros decidiendo no hacerle más caso, ya he aprendido lo que debo hacer para la próxima. Beth se recuesta junto a mí y también acaricia a Kiwi, que no deja de ronronear, sonido que me parece relajante.
—Mañana te quiero activa porque nos vamos de compras — me comenta de repente.
Lo peor que me puede decir a estas horas. Nunca me han apasionado las compras, cada vez que he ido con mi madre ella misma quería irse de cualquier sitio en el que entrábamos porque yo me ponía muy pesada, parecía una niña de cinco años cuando hace un viaje largo en coche y no duerme, siempre preguntando cuanto quedaba para irnos o si nos íbamos en ese momento.
Pero si Beth quiere ir de compras no hay forma de decirle que no. Para una de las cosas para las que es más activa es para eso, eso es de lo poco que la hace levantar de ese dichoso sofá. Además, teniendo en cuenta mi necesidad de ropa tampoco es plan de darle una negativa.
—No me tortures mucho, por favor — le suplico poniendo cara de cachorrito. Beth rueda sus ojos y ríe.
—Es más, tengo una idea que va a hacer la mañana mejor. Tráete a Jareth, iremos los tres — dice muy alegre ella.
La miro con cara incrédula por su proposición. No soy mala persona y no sometería a tal tortura con Beth a mi novio. Aun así, sé que voy a terminar proponiéndoselo, Beth es demasiado insistente y puede llegar a convertirse en un dolor de cabeza si se lo propone.
—En estos momentos Jareth me está dando pena — susurro para mí, pero Beth me escucha y me da con el cojín en la cara, haciendo que Kiwi se levante de mí y se vaya — ¡oye! Sabes que no miento — me río.
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Entre un amor y medio (Entre amores #1)
Romance¿Qué ocurre cuando comienzas a sentir por dos personas totalmente distintas? Un cantante famoso. Un chico encantador. Y una periodista un tanto curiosa. Por motivos laborales, Iris Cooper debe conocer a Hudson Allen, la sensación del momento. Un can...