18 | ¿Sí o no?

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He quedado con Melissa dentro de muy poco, así que me encuentro de camino a su casa, ya que, hoy ella no ha ido a trabajar. Cuando me ha llamado sonaba bastante desesperada, según ella necesita que le haga un favor, no sé de qué clase.

Es mi amiga y gracias a ella he podido volver a integrarme en el grupo, por lo que, no me he negado y he accedido a quedar con ella para que me cuente. Ya estoy por las calles de Brooklyn, así que no tardo mucho en llegar a la puerta de su edificio, donde la llamo para que me abra y poder pasar.

La voz de mi amiga suena a través del telefonillo, que al darse cuenta de que soy yo, el sonido que indica que la puerta está abierta se hace oír, dejándome paso al interior del edificio. Cuando estoy frente a la puerta de su loft doy unos suaves toques y Mel me abre.

Cuando entro, veo dos tazas con algo humeante sobre la barra de la cocina que tiene. Voy hacia allí, la miro y ella sonríe.

—Es chocolate caliente, pensé que te gustaría tomar uno — me dice sonriente.

Le agradezco y me siento en uno de los taburetes. En cambio, Melissa se queda de pie frente a mí, coge el asa de la taza y se la lleva a los labios. Cuando se la retira, una mancha de chocolate se le queda en los labios y se los lame para quitársela.

Yo la imito y le doy un sorbo al chocolate, está muy bueno. Como a ella, y como de costumbre, siento que me he manchado y hago el mismo gesto que ella para limpiarme los labios. Esto me recuerda a Jareh, a quien parece gustarle últimamente retirar las manchas de chocolate en mí.

Me sonrojo un poco por ese pensamiento. Mel se percata de ello, y me lanza una mirada de "ya me estás contando que se te pasa por la cabeza". Intento hacerme la tonta, pero no funciona porque mi amiga vuelve a hablarme.

—¿Qué pasa? — pregunta con mucha curiosidad en sus ojos.

Una sonrisa pícara se extiende en sus labios, como si supiera más o menos lo que voy a decirle.

—Bueno, no es nada muy importante. ¿Te acuerdas de Jareth? — ella asiente en afirmación — el otro día tuve una cita con él, o eso pienso yo que fue.

—¿Y? — quiere seguir sabiendo.

—Me besó — confieso. A Mel se le iluminan los ojos.

Si algo tienen en común Melissa y mi mejor amiga desde luego que es la emoción por las vidas amorosas ajenas. No sé si eso se debe a tantas películas románticas que Beth se traga, y en el caso de la rubia no sé si será igual, pero son las dos iguales en ese aspecto, lo cual me resulta hasta gracioso.

—¿Te gustó el beso?

—Sí, mucho, a decir verdad — me encuentro confesando por segunda vez algo que nunca diría tan en voz alta, porque soy bastante tímida para hablar de estas cosas.

—¿Qué más? — sigue preguntando, parece no saciarse con la poca información que le voy dando.

—¿Cómo sabes que hay algo más?

—Porque después de uno de esos besos siempre hay algo más. Y más cuando dos personas se gustan — dice muy segura.

Yo niego con la cabeza y río por su hipótesis, pero razón no le falta.

—¿Y cómo sabes tú que a él yo le gusto también? — contraataco con otra pregunta.

—Pues porque se nota, os vi juntos cuando vinisteis los dos aquí. Y no sigas por ahí, Iris, que no vas a conseguir despistarme para desviar la conversación — me apunta con su dedo.

—Vale, vale — levanto las manos como signo de inocencia — sí, le gusto. No me lo dijo con palabras, pero me lo dijo.

—No es nada nuevo. ¿Y ya no hay nada más?

Entre un amor y medio (Entre amores #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora