16 | El chocolate sabe mejor así

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Hoy la alarma no ha sonado, por lo que, me he levantado tarde y ya no llego a la hora puntual a trabajar. Espero que Harrison no se dé cuenta de ello y me diga algo. Rápidamente me levanto de la cama e intento hacer todo lo posible para llegar cuanto antes.

Esto me pasa por quedarme dormida tan tarde. Anoche no pude parar de pensar en la noche con Jareth, sobre todo en los momentos en los que me besó. El día anterior él despertó sensaciones en mí que hacía mucho tiempo no tenía, demasiado bonito como para ser verdad. Si ya me levanto de buen humor, esta mañana estoy aún mejor.

Cuando dejo la habitación ordenada y ya estoy vestida, abandono mi cuarto para ir a la cocina, donde encuentro a Beth con una de las tarrinas de Kiwi en la mano. Este último maúlla sin parar y va detrás de mi amiga hasta que esta le deja su tarrina y Kiwi comienza a comer.

—Ya veo que la noche te fue bien — dice nada más verme, con algo de picardía en la cara.

—Puede ser — esquivo su mirada inquisitiva y voy directa a la nevera para coger la leche.

—Debes contarme todo — dice entusiasmada con la idea — ¿qué tal? ¿hubo beso? Claro que sí hubo, qué preguntas hago — se contesta asimisma.

—¿Tú no deberías estar durmiendo? — pregunto, extrañada de que esté despierta e intentando evadir su interrogatorio.

—¿Y tú no dices que debería dormir menos? — contraataca con otra pregunta.

—Sí, eso te digo siempre y decides hacerme caso justo hoy — reprocho.

—Ayer salí antes del trabajo y para sorpresa de todos no me siento cansada— aclara — pero no intentes esquivar todas mis preguntas, te conozco muy bien — me señala con su dedo acusador.

—Ya, ya — digo desviando la mirada, sigo sin querer someterme a uno de sus interrogatorios.

—Ni lo intentes — me conoce demasiado bien — ahora dime, ¿qué tal el beso de ayer? — eleva y baja sus cejas mientras me mira.

Cuando hace esas cosas no puedo tomarla enserio, así que río.

—No hagas ese gesto. Y bien, el beso estuvo muy bien — aseguro, recordando el momento.

—Se te nota en la cara de bobalicona que tienes — se burla de mí para luego reír.

—Ya llegará mi turno de reírme.

—Llegará, pero por lo menos no lo negaré ni haré el intento de escapar como tú cual cobarde — ruedo mis ojos.

Yo no intento huir precisamente de ella, sino de las preguntas. Hablar sobre estos temas siempre me ha dado un poco de vergüenza, no sé porque. Tampoco quiero hablar de ello porque no quiero adelantarme y hacerme ilusiones si esto luego no sale bien, si él no siente lo mismo que yo.

Miro el reloj que tenemos colgado en la pared para comprobar la hora. ¡Mierda! llego demasiado tarde. Dejando a Beth con las palabras en la boca, me termino el vaso de leche de un sorbo y vuelvo a mi cuarto para terminar de arreglarme. Por ir con tantas prisas casi me estampo contra el armario.

Como si fuera un torbellino arrasando por la casa, salgo corriendo y me despido de Beth y nuestro gatito.

—De mí no te escaparás, en cuanto llegues quiero más detalles — logra decirme antes de que me vaya. Río.

Hago la misma rutina de siempre para ir al trabajo, aunque esta vez más tarde. Es por ello que, en el metro, aunque siga habiendo muchísimas personas, hay algunas menos.

En cuanto llego a la redacción, saludo a los de siempre y con un par de horas de retraso, llego a mi puesto para comenzar a trabajar. Hoy el ambiente aquí se encuentra tranquilo. Desde mi oficina puedo escuchar a varios de mis compañeros hablar, y de vez en cuando algunos se acercan a hablarme.

Entre un amor y medio (Entre amores #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora