i met sarah in the bathroom – awfultune
Hazel no se vio capaz de volver a sacar el tema hasta unos días después, el sol poniéndose tras las ventanas de la cancha de baloncesto del instituto.
Astrid se había unido al equipo de Starkville High por no-sé-qué tipo de liga estatal en la que solo admitían equipos mixtos. Le había hablado sobre las pocas ganas que tenía de compartir equipo con Brent Scott y sus amigos, pero bueno. Jordan había sido increíblemente insistente para que acabara accediendo a unirse.
Bones podía llegar a ser la persona más convincente del planeta.
Después de todo, ellos no eran los únicos integrantes del equipo de baloncesto. Tenía a Jordan, sí. Y a Carlos y a Joseph también. Y otras personas que a Hazel le parecían bastante interesantes, como la hermana pequeña de Jordan, que escribía un blog feminista y contaba con más de diez mil seguidores en Instagram.
—Los Starkville Foxes —había resoplado Astrid, la camiseta del equipo algo holgada sobre su torso—. ¿Quién diablos llama así a un equipo?
—Bueno —replicó la castaña, recolocándole un mechón que se le había escapado de la coleta—. Por lo menos es mejor que los Denver Nuggets.
El equipo de baloncesto estaba bastante dividido, pero había algo en lo que todos estaban de acuerdo: las fiestas en casa de Brent Scott siempre eran las mejores del instituto.
Quizás tuviera algo que ver con el hecho de que viviera en lo más cercano a una mansión que cualquier habitante de Starkville hubiera visto jamás o que su vida no fuera nada más que la reproducción de todos los clichés de las películas americanas: sus padres —él, propietario de una de las empresas de construcción más importantes del estado; ella, con un puesto en uno de los partidos políticos conservadores con más renombre del país— estuvieran siempre de viajes de negocios.
A Hazel ni siquiera se le había pasado por la cabeza ir. Una cosa era beber con sus amigos en una excursión, y otra cosa muy diferente era acudir a una fiesta de aquella magnitud.
No. Ni siquiera había sido capaz de imaginárselo. Ella no pertenecía a ese tipo de lugares, de todas formas...
...hasta que apareció Jordan, claro.
Jordan y sus poderes de convicción. Su madre era tarotista —y peluquera, también— y Hazel estaba convencida de que, de alguna manera, su amigo compartía algún punto de brujería con ella. Quizás fuera aquello, sus manos agitándose sobre su rostro, todos aquellos relatos de fiestas anteriores que acababan con vómito en las escaleras y llamadas a la policía.
O quizás había sido el hecho de que Astrid había empezado a jugar con sus dedos cuando lo mencionó, sus manos entrelazadas cuando dijo que ella sí iría.
Hazel tuvo que mentirle a su madre diciéndole que iba a casa de Annie a estudiar para el examen de Biología que tenían aquel lunes, justo dos días después de la fiesta.
(Sí, Claire Green pretendía que estudiaran durante la noche de Halloween).
Annie no acudió a la fiesta. Había pasado algo con Theo, aunque no quiso explicarle a Hazel de qué se trataba porque «era personal». Qué más daba. A Hazel no podía importarle menos lo que le pasara o dejara de pasarle al pelirrojo.
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Todos los días de invierno
Novela JuvenilLa vida de Hazel Green siempre se ha guiado por la misma constante: tiene que ser la mejor en todo. Hasta su último año de secundaria, ha estado cumpliendo con el manto de expectativas que su madre ha puesto sobre ella. «Ve a clase. Sé la mejor de t...