CAPÍTULO 17 "UN TOUR POR QUEENS"

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Camile.

Un dolor de cabeza insoportable y pocos recuerdos de lo que había hecho un día antes.

El día después de la fiesta de Nadia no recordaba mucho.

‌• Oliver y yo en la cocina, platicando y riendo.

• ‌Jack y yo poniéndonos de acuerdo para salir.

‌ • Lily y Oliver bailando Golden y el sentimiento encontrado que me había ocasionado eso.

•‌ Yo chocando con Oliver y como me perdí en sus ojos, mientras todo el fondo se paralizaba y solo éramos él y yo, hasta que me dio un giro y bailamos lo que restaba de la canción.

• ‌Él diciéndome al oído "tú eres maravillosa".

•‌ Yo vomitando.

•‌ Oliver, Lily y Jack me llevaron a mi casa y... y ya.

Desperté desorientada, y con una resaca horrible, era la primera vez que tomaba y me emborrachaba.

Me levanté y me estiré pasándome la mano por la cara.

Se escuchaban ruidos en la cocina y supuse que era mi mamá.

Cuando entré a la cocina vi a mi mamá de espaldas haciendo algo para comer.

—Hola, mami — saludé — necesito un vaso con agua.

Tenía un dolor insoportable y necesitaba agua para recuperarme un poco.

Mi mamá se giró a mí y me miró con un gesto de enojo.

—Qué bueno que despiertas Camile — exclamó con ironía — dime una cosa ¿Crees que te mandas sola?

«Mierda»

—No.

—Entonces dime ¿Por qué llegaste ebria a noche?

—Yo no llegué tan ebria, no me di cuenta.

—Mira Camile te he estado soltando un poco para que puedas divertirte y hacer lo que un adolescente hace, pero en esta casa hay reglas y las tienes que respetar ¿Cómo se te ocurre tomar? Y peor aun sabiendo que no conoces bien Queens.

—Fue un accidente — me defendí — no me di cuenta de que la lata de Dr Pepper tenía alcohol.

— ¿Cómo no te vas a dar cuenta? El alcohol huele Camile.

—Mamá no soy una niña, tengo 17, en unos cuantos meses cumplo 18 y ya casi soy mayor de edad.

—Sí, pero el que seas mayor de edad no te da derecho a saltarte las reglas que hay en la casa.

—Ósea que según tú no puedo salir con mis amigos y divertirme un poco, porque rompo las reglas de la casa — me puse a la defensiva, pero ahora que lo pienso bien no sé ni porqué lo hice.

—No, Camile no me estás entendiendo, jamás he dicho eso.

— ¿En serio? Porque me parece que sí.

Mi mamá me miró sería y empezaba a notar que se estaba enojado de verdad.

—Haber, lo que yo dije es que en esta casa hay reglas y las tienes que respetar, no puedes llegar cayéndote de borracha y fingir que nada ha pasado, te lo creo que alguien mayor, pero en este país sigue siendo ilegal que tomes alcohol y no te estoy prohibiendo que vayas con tus amigos y te diviertas y a lo mejor sí te tomes, aunque sea uno, pero tienes que aprender a moderarte, no puedes hacer eso Camile, entiende.

—Ya te dije que no sabía que era alcohol.

—Y yo ya te dije que el alcohol huele, además tú has probado el Dr Pepper e identificas su sabor, si en algún momento sentiste un sabor diferente, no te la hubieras acabado.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora