CAPÍTULO 10 "EL DESASTRE DEL CINE"

53 33 0
                                    

Camile.

Tenía los sentimientos confundidos y me sentía rara, por un lado, tenía a Oliver, el chico que me ponía nerviosa con tan solo mirarlo, un chico con los ojos color avellana y que me había intentado besar dos veces, con él me sentía en paz, no podría explicar a ciencia cierta qué era lo que sentía cuando estaba con él, porque era una serie de emociones que jamás había sentido.

Y por el otro lado tenía a Jack, un chico que era lindo conmigo, me invitaba a salir, aunque algunas de esas veces terminaban siendo un desastre total, sí él también me había intentado besar, pero siendo sincera jamás sentí esa necesidad de besarlo como me sucedía con Oliver, y sí Jack era lindo, pero nunca fue lo mismo que con Oliver, si bien también me sentía nerviosa al mirarlo a esos ojos color verde, era un nerviosismo diferente.

En realidad, todo eso me tenía mal, no sabía qué hacer, los dos de alguna manera me habían confesado que les gustaba y era la primera vez que me pasaba algo así.

No tuve de otra y cuando llegué a mi casa después de la fiesta de Nadia le marqué a mi 911 (de una forma no literal) le marqué a Rocío, una chica que había conocido en mi instancia en México se había convertido en mi mejor amiga y ella estaba para mí en cualquier momento como yo lo estaba para ella.

Un toque.

Dos toques.

— ¿Bueno? — preguntó.

—Rocío.

—Hola, Camile ¿Cómo te va? — me preguntó, alegre.

—Hola me va bien — hice una pausa — creo.

— ¿Cómo que "creo"?

—Es que tengo un pequeño problema.

—Camile me estas asustando ¿Qué pasa?

—No es nada malo — hablé rápido — o bueno no sé.

— ¡Camile por dios habla!

Solté un suspiro y hablé:

—Bueno, pues tengo un ligero problema que me ha quitado hasta el sueño.

—De acuerdo, se oye que es un poco delicado, no suena del todo bien.

—Es delicado — hice una pausa, necesitaba tomar aire — veras, desde que llegué a Queens ha sido difícil adaptarme, hice un amigo, se llama Jack, el problema es que él me confesó que le gustaba y la verdad es que me pareció un poco raro, pero no fue un no definitivo, solo le dije que no podía corresponderle porque literalmente no lo conocía del todo, él lo entendió y empezamos a salir más, una vez regresando a mi casa él me acompañó y casi nos besamos, pero no quería que pasará, después empezamos a salir más y si te soy sincera creo que también siento algo por él.

— ¿En serio Camile? Qué lindo — dijo y casi pude ver su cara de emoción. 

—Sí, hasta ahí todo bien, pero el verdadero problema es que, una vez cuando estaba en el gimnasio uno de los chicos que estaba jugando basquetbol me rompió la nariz, me llevaron a la enfermería y resulta que al momento de llevarme mis cosas me lleve una bufanda de color gris que no era la mía, resulta que era la bufanda del chico.

—Qué buena manera de conocerse — casi noté la ironía en su comentario — es muy raro y hay que aceptarlo.

«Bueno si lo pensamos bien, ya lo conocía de la clase de física, pero nunca le hablé hasta ese día»

—Sí, lo sé, pero ese no es el punto.

—Está bien, continua.

—Resulta que el día que le regresé la bufanda estaba de malas o no sé, pero me trató muy mal y por ende también cayó de mi agrado, para no hacerte el cuento largo, por azares del destino terminamos haciendo un trabajo de física juntos, fui a su casa y me intentó besar, pero fue diferente.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora