Oliver.
Martes por la tarde...
Un día antes había salido con Camile a disfrutar de Queens, fue una tarde increíble pues disfrutaba pasar tiempo con ella.
Como es obvio que ya lo saben, me gusta Camile y algo en ella me intrigó desde el momento en que llegó a la escuela.
En fin, ya estaba en la escuela en mi clase de matemáticas junto con Owen.
—No entiendo esto de los límites, es decir ¿qué utilidad tienen? — se quejó mientras yo estaba distraído viendo mi libreta.
—El límite es un concepto que se utiliza para describir el comportamiento de una función a medida que la variable independiente se acerca a un valor específico. Representa la idea de acercarse tanto como se desee a un cierto punto sin llegar a tocarlo. — Respondí leyendo mi apunte.
—No seas imbécil, eso ya lo sé.
—Si ya lo sabes entonces ¿para qué te quejas? — pregunté girándome a él y viendo su rostro.
—Digo que no entiendo y que esto es muy difícil — se pasó la mano por la cara — me rindo, no voy a pasar la materia — suspiró — tendré que vivir debajo de un puente.
«Qué carajos»
—No seas dramático — le di un leve golpe en el hombro — yo te puedo ayudar, sabes que soy bueno en calculo.
—Pues sí lo sé, pero no creo que pueda.
—Si no lo intentas no vas a saber si puedes o no, hasta puedo ser mejor que el maestro explicando los temas.
— ¿Seguro?
—Claro, para eso estamos los amigos Owen.
—Gracias — hizo una pausa viendo de reojo mi libreta — y hablando de amigos, ya deja de escribir Camile y Oliver con corazoncitos.
Lo miré ofendido, no estaba haciendo eso, o bueno sí, pero solo eran puros corazones sin ningún nombre.
—Solo estoy haciendo corazoncitos, y quiero dibujar algo debajo, pero no sé qué — dije regresando a la hoja donde estaba mi dibujo.
Owen me puso la mano en la frente simulando que me tomaba la temperatura.
— ¿Qué haces? — pregunté dándole de manazos para que me dejara de tocar la cara.
—Estoy viendo si estás enfermo o algo así porque Oliver, el Oliver que yo conozco, no le gusta dibujar.
«Vaya»
—Considero que dibujar puede ser liberador.
Owen me miró con los ojos entrecerrados y se notaba que no le había convencido mi respuesta.
—O es porque a Camile le gusta pintar y dibujar — dedujo.
«Creo que soy muy obvio»
Suspiré antes de hablar y es que no quería aceptarlo, pero esa era la verdadera razón por la que me empezaba a llamar la atención dibujar, aunque no lo hacía muy bien como ella, me esforzaba un poco.
—Sí — respondí — ¿soy muy obvio?
—Tal vez, sí, un poco — asintió con la cabeza —, pero es normal cuando uno está enamorado y más cuando quieres de verdad a esa persona, algunas veces es mejor conocer a alguien que te ayude a descubrir cosas que no sabías que te gustaban.
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El chico de la bufanda gris
Roman pour AdolescentsCamile y Oliver, dos chicos que estudian en una escuela en Queens, un distrito de Nueva York, cada uno con diferentes sueños y diferentes formas de ver la vida, pero con algo en común... Una bufanda gris. ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA ES SOLO UN BORRAD...