Oliver.
—Entonces ¿qué fue lo que pasó? — preguntó Owen.
Un día antes había ido con Camile al museo, y había desaparecido unas cuantas horas. Me había propuesto acabar las cosas que nunca hice con mi papá y bueno, fallé en el punto dos.
Ya estaba en la escuela, sentado en la cafetería concentrado en el trabajo de física que tenía con Camile.
Negué con la cabeza.
—Nada, solo fue un momento de debilidad — contesté sin separar la mirada del monitor.
Owen cerró mi computadora de golpe.
—No me conformo con un simple "fue un momento de debilidad" — hizo énfasis en las comillas — Oliver qué tienes, qué pasó ayer.
—No pasó nada — respondí — sabes que no tengo el valor de entrar a ese estudio, simplemente me sentí cobarde y quise salir, eso es todo.
—Eso no es nada — dijo — ¿dónde estabas anoche?
Tomé un poco de aire y lo saqué lentamente. No quería ser inoportuno.
—En el edificio de Liz.
Él se movió incómodo en su lugar —En la salida de emergencia donde solíamos estar, en aquella ventana...
—Sé que todavía te incómoda hablar de ella, pero era el único lugar donde podía ir.
—Tranquilo, lo entiendo, pero ¿cómo fue que Camile supo dónde estabas?
Sonreí al recordar aquel día con ella, ese tour por Queens en las bicicletas.
—Un día la invité y ella dijo que fue el último lugar en donde se le ocurrió buscarme.
También recordé lo sucedido esa noche, el cómo me apoyó y a pesar de rechazar mi beso, en realidad en ese momento lo entendí, no era el momento ni el lugar para besarla, pero en el fondo yo sabía que lo que sentía por ella era mutuo, me lo había confesado el día que se había puesto borracha.
Y es que la quería a ella, no había nadie más que ella.
—Has estado más tiempo con Camile de lo que sé — Owen se cruzó de brazos — ¿cómo es eso posible?
—No lo sé — me encogí de hombros —, pero he vivido momentos muy buenos con ella.
—Jamás te había visto así Oliver, ni siquiera por Estefanía — dijo.
—Bueno, es que son dos chicas muy diferentes, no me voy a poner a compáralas.
—Necesito que me pongas al corriente — Owen tomó su mochila —, pero luego, porque ahora tengo clase y por favor, Oliver, recuerda que soy tu mejor amigo y cualquier cosa que necesites siempre vas a contar conmigo y con Estela, nos preocupas y en serio no vuelvas a hacer eso.
—Sí, ya sé, perdón.
—Cuídate, Oliver y te veo en el entrenamiento — dijo a lo lejos, por lo que no me dejó contestar.
Él sabía que no me gustaba estar en los entrenamientos de basquetbol y aun así de alguna manera me hacía ir.
Negué con la cabeza sonriendo y volviendo a abrir mi computadora.
Seguí revisando el trabajo final, se lo tenía que entregar a la maestra de física por correo electrónico y le estaba dando los últimos detalles a la presentación.
Tomaba un poco de agua y seguía, no tenía que tener ningún error, era nuestro proyecto final de ese semestre y no quería que saliera mal.
De la nada alguien se sentó a mi lado y reconocí de inmediato el olor a vainilla.
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El chico de la bufanda gris
Teen FictionCamile y Oliver, dos chicos que estudian en una escuela en Queens, un distrito de Nueva York, cada uno con diferentes sueños y diferentes formas de ver la vida, pero con algo en común... Una bufanda gris. ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA ES SOLO UN BORRAD...