Camile.
Cuando llegué a mi casa no tenía nada claro de lo que acababa de pasar.
Me había hundido en los labios de Oliver, quería que no acabara nunca. Mientras lo besaba olvidé todo, me olvidé de Jack y de Lily, solo éramos Oliver y yo, uniendo nuestros labios, algo que ambos habíamos deseado desde hace mucho tiempo atrás.
Mentiría si dijera que no lo disfrute, porque... maldita sea mi primer beso con él fue lo mejor que me pudo pasar. Me había enamorado de Oliver y para este punto negarlo o decir que no sabía qué era lo que sentía, era una vil mentira.
Él gruñó levemente contra mis labios antes de separarnos y buscar sus labios una vez más, era tan adictivo besarlo, que una vez que lo haces no quieres soltarlo nunca. Era como tocar el cielo. Era como encontrar la paz y el momento de tranquilidad que tanto buscaste. Los labios de Oliver eran como una droga para mí.
Llegué a mi cuarto y me dejé caer boca arriba, me toqué la frente mientras miraba el techo de mi cuarto completamente oscuro. Mi mente seguía sin comprender y asimilar todo lo que había pasado en ese estudio.
Cada que cerraba los ojos recordaba ese momento, recordaba la suavidad, la calidez y la familiaridad de ese beso. Recordaba a Oliver y el cómo nuestros labios se reconocieron.
Ya tenía claros mis sentimientos, pero no quería aceptarlos, pero ese beso me fue suficiente para decidirme.
«Me gusta, le gusto, nos besamos... todo es perfecto
No, no todo es perfecto»
Y sí, sentía que si lo ponía en esa perspectiva todo era perfecto, de alguna manera Oliver me fue enamorando poco a poco, y lo quería a él y solo a él.
Pero si me ponía a analizar todas las posibilidades y el mundo que me rodeaba, no todo era perfecto. Por un lado tenía a Lily, mi mejor amiga. Mi única amiga en Queens. A ella le gustaba Oliver, me lo había dicho varias veces y me había quedado claro, no le podía hacer eso a mi amiga.
No podía llegar un día a decirle "Oye, a mí también me gusta Oliver, siento cosas que nunca había sentido por nadie. Ah por cierto y ya lo besé"
Y por otro lado tenía a Jack, un muy buen amigo mío, yo le gustaba a él y también lo había besado, cosa que había salido mal. En primero porque Oliver había llegado a revolverme los sentimientos, además de que no sabía lo que sentía y en segunda porque no había sentido lo mismo que con Oliver, simplemente se sintieron distintos.
Bueno, no comparemos. Pongámoslo así, me di la oportunidad de convivir con los dos y entenderme a mí misma, y sin duda alguna Oliver era a quien yo quería.
Mierda, creo que eso suena peor.
Bueno ustedes entienden, el simple hecho de intentar algo con Oliver me resultaba conflictivo, no quería lastimar a mis únicos amigos.
Estaba en un dilema, pero no le quise dar más vueltas al asunto, porque sabía que iba a llorar.
Entonces tomé mi celular y busqué el contacto.
Un toque.
Dos toques.
— ¿Bueno?
—Rocío — exclamé.
—Hola, Camile ¿cómo estás?
—Bien, estoy bien creo ¿y tú?
En el fondo sentía feo que era de mis mejores amistades de México y solo le hablaba para pedir un consejo.
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El chico de la bufanda gris
Ficção AdolescenteCamile y Oliver, dos chicos que estudian en una escuela en Queens, un distrito de Nueva York, cada uno con diferentes sueños y diferentes formas de ver la vida, pero con algo en común... Una bufanda gris. ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA ES SOLO UN BORRAD...