CAPÍTULO 35 "UNA DESPEDIDA"

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"Nunca he sido fan de los cambios, pero te seguiría a cualquier lugar"

—Harry Styles.

Camile.

Nunca había salido con Oliver, Owen y Estela en una tarde como amigos.

Si bien, nos hablábamos y conocíamos, nunca tuvimos una salida como amigos y es que creo que para ellos ya era parte del grupo y aunque no me ponía incómoda el estar con ellos, era un poco raro, nunca fui amiga de los amigos de mis novios.

Ellos me caían bien, Owen siempre estaba preocupado por todo y siempre trataba de cuidarnos, hasta a mí que apenas me estaba integrando, un poco más serio que los otros dos, pero eso también le daba un toque.

Luego estaba Estela, una chica que hablaba hasta por los codos y que le gustaba mirar muchachos —sin que su hermano se diera cuenta— ella siempre estaba platicando sobre todo, pero a diferencia de Oliver, ella sí mantenía la línea de lo que te estaba hablando.

El siguiente era Oliver, a él ya lo conocen. Un chico muy relajado, que siempre trata de que Owen no haga corajes, ya que, a palabras del mismo Oliver, le puede dar un paro cardiaco. Oliver no es gracioso, aunque siempre se la vive diciendo que sus chistes no están hechos para que todos los entiendan, la verdad es que sus chistes no están hechos para ser chistes. No me malinterpreten, pero es que a veces decía cosas medias raras que daban risa de lo raro que eran no porque fueran divertidos.

En fin, esa tarde fue una muy buena tarde, convivía con ellos como si fuéramos amigos de toda la vida y eso era muy lindo.

—Les dije que la nueva pizzería era buena —exclamó Estela, pasándose una servilleta por la boca.

—Es cierto, las pizzas son muy buenas —le respondió Owen con un pedazo de pizza en la boca.

—Puedes comer sin parecer un neandertal —espetó Estela, haciendo cara de asco.

—Oye, yo no te digo nada por tu cara de mono — respondió Owen limpiándose la boca.

—Pues me parezco a ti.

—Ya quisieras.

Y entonces entendí que Oliver tenía razón, con el tiempo te acostumbras a sus peleas, que son muy recurrentes y no los culpo, mi hermano y yo éramos iguales.

—Por dios, ya dejen de pelear — gritó Oliver y ambos se callaron —los dos tienen cara de mono, discusión resuelta.

Solté una risa por lo bajo por lo que dijo y Estela soltó un chillido, ofendida.

—Mejor acompáñenme a pagar — dijo Oliver, levantándose de su lugar.

Saqué mi cartera, yo iba a poner dinero para pagar, al final la colada era yo.

— ¿Cuánto te doy? — pregunté.

— ¿Qué?

—Sí, yo te ayudo a pagar.

—No hace falta, cariño.

—Oliver.

—Déjalo que pague — intervino Owen — es tradición que el promedio más bajo pague la salida con todos y ya eres parte del grupo, Camile.

«¿Ya soy parte?»

—De todas formas, no creo que sea justo, es mi novio.

—Y por eso mismo, déjalo que pague tu parte — dijo Estela comiéndose la orilla de una rebanada de pizza.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora