Camile.
—Una parte de mí lo extraña y mucho —dije al teléfono con Rocío.
Y es que apenas habían pasado unos días desde que Oliver se había ido con sus abuelos a Nueva Jersey, era jueves y ese sábado era navidad y sí, estaba un poco sentimental, porque en el fondo sí quería pasar esas fiestas con él. Además, justo el martes era nuestra celebración de nuestro primer mes juntos y aunque no fuera un aniversario de años, sí era importante para mí.
—Supongo que es normal que lo extrañes, ha formado parte de tu vida estos últimos meses.
—Sí y hasta cierto punto es un poco raro ¿Sabes? Por lo regular no dejo que todos mis novios se metan tanto en mi vida o sean una persona muy recurrente en ella, pero con Oliver de alguna manera se volvió alguien muy cercano, entró muy fácil a mi vida y...
«Y si, así como fácil entró, se va igual de fácil.
No, Camile, él no se irá.
Al final todos lo hacen.
Bueno, pero eso ya lo sabemos.
Pero creo que no quiero que pase»
—Es un poco raro, pero en el fondo se siente bien, ya lo sé, eso dicen todos los enamorados —completó ella, y regresé a mi realidad, no estaba para pensar en cosas tristes de mi relación.
—Me leíste la mente — exclamé sarcástica.
—Lo sé, creo que una parte de mí ya está acostumbrada a escucharte en tu versión enamorada.
—Y de verdad lo estoy, creo que apenas me di cuenta de lo mucho que lo quiero y de lo mucho que me acostumbré a él.
—El amor, el amor, es como estar drogada o borracha.
—Una parte de mí sigue sintiéndose mareada cuando estoy con él, en un buen sentido.
—Y yo sentí que quería vomitar — exclamó, sarcástica. —Tal y como estar borracha.
—Muy graciosa.
—Lo sé, lo sé, y así me quieres — la oí suspirar del otro lado de la línea — por cierto, este año cómo decoraste. Es que como siempre, soy la última en decorar mi casa y la verdad necesito ideas navideñas.
«Oh.
¿Quién le dice?»
—No he decorado —dije.
La oí sacar aire, sorprendida.
— ¿Cómo?
—Bueno, es que como pensé que no iban a estar aquí mis hermanos, no me iba a esmerar en hacer algo, solo he puesto unas luces y apenas y se ven.
—Navidad es en dos días.
—Soy consciente de ello, pero sinceramente con todo lo que ha pasado me sigo sintiendo abrumada, además de que el otro día mis mensajes en Instagram se llenaron de comentarios un poco subidos de tono, tuve que poner mi perfil en privado para que dejaran de hacer eso, ahora mi Instagram se ve feo.
—Amiga.
—Tal vez es el precio que debo de pagar, o algo así dijo Taylor Swift.
Me callé en cuanto me escuché, creo que pasar tanto tiempo con Estela se me estaba pegando lo fan de Taylor.
—Sí, claro, pero si me preguntas, no creo que haya un precio a pagar, pero te dejo que me están ocupando en la cocina, parece que mi mamá quiere empezar a hacer la ensalada de manzana desde hoy y por mí no hay problema, así como más ensalada desde hoy —dijo y casi la pude ver a ella metiendo la mano a la ensalada y a su mamá dándole un manazo pues la escuché quejarse.
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El chico de la bufanda gris
Teen FictionCamile y Oliver, dos chicos que estudian en una escuela en Queens, un distrito de Nueva York, cada uno con diferentes sueños y diferentes formas de ver la vida, pero con algo en común... Una bufanda gris. ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA ES SOLO UN BORRAD...