Camile.
De acuerdo, las cosas se habían puesto un poco tensas.
Sentía que me había alejado de todos, no porque quisiera, sino porque estaba muy ocupada.
Había estado a cargo de muchas cosas en mi vida y no sentía que me iba muy bien, no me sentía bien por mis buenos exámenes o mis buenas notas, solo sentía que tenía que hacerlo, como si eso formara parte de un ciclo que se tiene que cumplir porque tiene que cumplirse.
Realmente sentía que mi vida social empeoraba, me hacía cargo de mi hermana menor y aunque la amara, el ser casi su mamá a los 18 años era estresante, ya que tenía que estar con ella todos los días en mis horas libres, que no eran muchas, ya que tenía que esforzarme por subir mi promedio o mantenerlo y estudiar en mis clases como también para mi examen de admisión.
Siempre fui muy calculadora en ese sentido, todo me tenía que salir bien y bueno, juntemos todo el estrés, prácticamente no me quedaba tiempo para nada.
Para mi fortuna, Oliver entendía eso, así que nuestras salidas empezaron a ser en mi casa para ver películas, en ese último mes no recuerdo cuándo fue la última vez que salimos a un lugar que no fuera la sala de mi departamento. Me sentía mal por eso, pero no quería fallarles a mis papás, no quería que ellos sintieran que no les ayudaba en la casa, además de que ni siquiera había podido ayudar a Oliver con la lista que dejamos pendiente antes de las vacaciones de fin de año, todo lo que pasó nos atrasó tanto que creo que hasta se le olvidó el libro.
Sentía un remordimiento con mis amigos, porque Nadia me había invitado a dos fiestas más y no fui porque no había quién se quedará con Mad y prácticamente Oliver y yo estábamos un poco separados, pero eso era porque no quería que por estar conmigo se atrasara en sus trabajos o tareas, le había costado mucho que la universidad lo reconsiderara y no quería arruinar eso.
En fin, estaba en la biblioteca haciendo mi tarea de física, no había acabado de hacerla, así que entre clases tomaba tiempo para hacer lo que me faltaba, ya me había hecho una rutina, pero era una rutina muy ocupada y estresante.
Estaba luchando con los cálculos de física cuando sentí que alguien me tomó de los hombros haciendo que diera un respingo.
—Hola, corazón — saludó Oliver y me quité los audífonos cuando se sentó a mi lado.
—Hola, Oliver.
—Te estaba buscando, Lily me dijo que tenías un rato libre.
—Estoy acabando la tarea de física, y acabo de recordar por qué la dejé al último, los malditos problemas no me salen.
—Yo hice eso ayer en la noche, ya me iba a dormir, pero tenía que acabar.
—Y yo no puedo, siento que se me están quemando las neuronas — me quejé.
—Es fácil, solo usas photomath y ya.
Lo miré mal, no me estaba hablando en serio ¿verdad?
—No me veas así — me señaló con el dedo.
—Nada te asegura que esté bien — dije.
—Nada me asegura que esté tan mal.
—Pues sí, pero una nota baja afecta, trato de subir o mantener mi promedio, Oliver — le di un leve golpecito en el brazo.
—Es por eso por lo que nos llevamos tan bien, tú quieres subir el promedio y yo quiero pasar.
—No sé si eso sea bueno — deduje riendo.
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El chico de la bufanda gris
Teen FictionCamile y Oliver, dos chicos que estudian en una escuela en Queens, un distrito de Nueva York, cada uno con diferentes sueños y diferentes formas de ver la vida, pero con algo en común... Una bufanda gris. ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA ES SOLO UN BORRAD...