CAPÍTULO 37 "¿MALAS O BUENAS NAVIDADES?"

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Oliver.

Por fin 24 de diciembre, nochebuena.

Hace unas semanas pensé que iba a pasar esa fecha con mi novia, Camile, pero no, ahí estaba yo, en el momento en que todo se iba al carajo, conviviendo con mi familia, y es que por más que trataba de no pensar en eso, sí me daba un poco de coraje no estar con ella en una fecha tan linda como lo era la navidad.

El ruido en la casa de mis abuelos empezó desde temprano, y es que el que estuviera reunida toda la familia en navidad era sinónimo de que todos estuvieran en la casa de mis abuelos, tenían muchos cuartos y como éramos muchos, quedaba a la perfección el hospedaje.

—Oliver, mi amor, ya levántate — exclamó mi mamá entrando a mi cuarto.

Solté un quejido y me metí en mis cobijas.

—No quiero — me quejé.

—Oliver.

—Mamá.

—Por favor, Oliver.

— ¿Qué tan importante es que esté presente? — pregunté, quitando las cobijas de mi cabeza y mi mamá se sentó en la cama haciéndome cara de "no te pongas en ese plan" —no, en serio, puedo quedarme en cama, viendo una película y solo bajo por un poco de comida, ¿qué van a comer?

—Pavo.

— ¿Con ensalada? — cuestioné, sentándome en la cama.

—Sí.

—Mejor para mí, solo, en el cuarto.

—No te voy a dejar aquí — dijo.

— ¿Por qué? Es un gran plan.

—Oliver, sé que te cuesta trabajo convivir con todos después de la última reunión, pero por favor no quiero peleas este año, trata de no pensar en ellos, pasa la página.

—Yo ya pasé la página, el problema es que puedo perdonar, pero no olvidar, dime rencoroso, pero si se meten con mi familia no me hago responsable de los daños.

—Eres igual de terco que tu padre.

—Pues por algo soy su hijo ¿No?

Ambos sonreímos, nostálgicos, los recuerdos seguían siendo un poco dolorosos y es que no había día en el que no pensara que necesitaba a mi papá conmigo.

—Sé que aún tienes muchos resentimientos, pero inténtalo, por favor — me pidió.

—De acuerdo — suspiré — si no sale bien, por lo menos tú sabes que lo intenté.

—Está bien, yo sé que te esforzaste — se levantó de la cama y sonrió — levántate, cámbiate y bajas a ayudar, se deben de estar repartiendo las actividades, creo que te caería bien distraerte un poco.

—Me vendría bien distraerme un poco con mi novia —dije.

—A veces se me olvida que ya no eres mi niño pequeño — me revolvió el cabello y me dejó un beso en la mejilla —te veo abajo para que desayunes algo.

Asentí con la cabeza y me vestí en lo que le mandaba mensaje a Camile, habíamos quedado en que íbamos a hacer una videollamada y teníamos que terminar de ponernos de acuerdo.

Yo: Holaaa, corazón de melón JAJAJAJA, no me odies por eso.

Ella se tardó un rato, pero respondió.

Camile: No me hagas viajar hasta Nueva Jersey solo para darte un sape.

Yo: *stiker de un gato asustado* Qué romántica eres, cariño.

El chico de la bufanda grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora