Camile.
Estaba sentada en una silla afuera de la heladería del centro comercial, comía mi helado con aburrimiento, en realidad creí que salir con Jack era una buena idea, pero me di cuenta de que no lo era del todo, no paraba de hablar de él y de todo lo que había hecho.
—Entonces yo le dije a mi papá que no se preocupará yo podía con todo — dijo con un toque de egocentrismo.
—Oh, qué genial — exclamé, sarcástica. Tratando de disimular mis ganas de gritarle que se callara unos cinco minutos.
—Sí lo sé suelo ser genial.
«Dios, es tan arrogante que quiero meterle un puñetazo en la cara»
—Sí — hice una pausa pensando en que decir — creo ya debemos de irnos, sabes que las clases están por empezar.
—Sí, claro, vamos — exclamó levantándose de la silla y tomando su mochila, acción que imité.
Íbamos caminando para llegar al metro, la escuela estaba relativamente cerca del centro comercial, tal cual eran 10 minutos en transporte público.
Mi helado estaba rico, era de chocolate mi sabor favorito y el de esa heladería era el mejor helado de Queens.
— ¿Cómo te ha ido? — Jack interrumpió.
— ¿En qué? — dije saboreando mi helado.
—En la escuela, en tu estancia en Queens.
Parpadeé perpleja por su comentario, en realidad, no lo esperaba. No después de que toda la cita había sido un asco.
—Pues bien — me pasé la lengua entre los labios — es difícil estar lejos de mi familia y algunos amigos, pero todo bien.
—Me alegro.
El silencio se hizo presente hasta tornarse incómodo, me acabé mi helado justo cuando subimos al vagón del metro, tomamos asiento y el silencio seguía ahí
«¿Qué se supone que tengo que decir?
No lo sé, no soy buena sacando platica»
La gente subió en la siguiente estación, todos se empujaban y se oían murmullos de las conversaciones que se tenían.
Bajamos del vagón entre tanta gente y pude percibir varios olores extraños, salimos de la estación y caminamos unos metros, ninguno gesticuló alguna palabra, llegamos a la escuela y cuando entramos todos saludaban a Jack y él solo asentía con la cabeza y con una sonrisa en el rostro.
Llegamos a mi casillero.
—Bueno — habló — creo que eso es todo.
—Sí — apreté los labios y abrí mi casillero.
Él se quedó en silencio antes de suspirar —Perdón.
— ¿Disculpa? — pregunté sacando mis cosas.
—Por esta cita — hizo una pausa viendo al piso — No suelo tener citas, pero quería intentarlo.
Levantó la mirada y me encontré con un verde que me hizo sentir algo en el estómago.
«Vaya, el chico de la bufanda gris no mintió»
—Quiero hacer las cosas bien contigo Camile y creo que no lo logro, disculpa que sea así, pero es difícil.
Le dediqué una sonrisa y un apretón en el hombro.
—No te preocupes, sé que lo estás intentando.
ESTÁS LEYENDO
El chico de la bufanda gris
Fiksi RemajaCamile y Oliver, dos chicos que estudian en una escuela en Queens, un distrito de Nueva York, cada uno con diferentes sueños y diferentes formas de ver la vida, pero con algo en común... Una bufanda gris. ADVERTENCIA: ESTA HISTORIA ES SOLO UN BORRAD...