—¡Caesar! —gritó Gunnar, alertando al primate que estaba comiendo distraídamente. Sus ojos que irradiaban intención asesina se convirtieron en genuina sorpresa al saber que su hermano había llegado tan pronto de París.
El chimpancé se despreocupó de su comportamiento carnívoro, como si eso no fuera algo importante que explicar o hablar. Se limitó a esbozar una sonrisa y trató de saludar enérgicamente con su conocido carisma, pero fue imposible, ya que un dolor punzante le atormentó el pecho, lo que le impedía comunicarse.
Gunnar estaba preocupado por el delicado estado de Caesar. “El daño no puede ser ignorado, ha sufrido mucho”. Nunca lo había visto tan herido.
El duelo debió ser muy bestia para que tanto él como Silvia estuvieran así. Conocía las capacidades de la mujer y la increíble fuerza del chimpancé. Ninguno de los dos era poca cosa.
—No te muevas ni intentes hablar porque te harás daño. Espera a que busque medicinas en la casa —ordenó sin esperar respuestas, sin embargo, cuando quiso salir, fue detenido por el Caesar que con dificultad logró comunicarse a través del lenguaje de señas.
—[Tranquilo, hermano... Al comer, mi fuerza y mi curación aumentan... Puedo sentir una energía de estos monstruos. Sé que al comerlos me curaré y estaré bien].
Gunnar, confundido, arqueó las cejas, pues Caesar nunca le había dicho algo así. Lo observó tratando de averiguar si no lo decía para hacerlo sentir mejor, no obstante, el chimpancé se limitó a revelar una sonrisa.
—De acuerdo, haremos lo que dices —Él se la devolvió y asintió.
La capacidad receptiva de Gunnar ha sido desde el principio un gran estímulo en la conexión entre ambos. También a la hora de afrontar y actuar sobre todo lo que estaba ocurriendo: los monstruos y los espejos.
—Aun así, Silvia necesita un tratamiento. No es un monstruo como tú. Ahora vuelvo —expresó, pero antes de dar un paso, volvió a ser interrumpido, en este caso fue por su curiosidad.
[Proceso de liberación inicial].
[Termina en 30 segundos].
Al igual que le ocurrió a él, Silvia lo estaba sufriendo. Las letras flotantes yacían encima de la mujer inconsciente, formando palabras exactamente iguales a las que había leído antes. Allí pudo confirmar que podían ser vistas por terceros.
La única diferencia entre ambos era que Gunnar había pasado por este proceso en menos tiempo. A ese misterio le restó importancia porque los factores podían ser cientos.
"El mal estado de Silvia es una bendición disfrazada". Envidió la suerte de ella, pues al estar inconsciente omitiría el sufrimiento por el que iba a pasar, algo que nadie querría experimentar; pero, entonces, se dio cuenta de lo equivocado que estaba.
Silvia abrió los ojos como si hubiera despertado de un sueño tormentoso y antes de que pudiera enfocar su visión, un dolor sacado del mismísimo infierno poseyó su cuerpo, dejando su mente en blanco.
—¡¡Aaaahhh!! ¡¡Aaaahh!! ¡¡Aaaahh!!
Gritos de agonía recorrieron todo el patio y a cada segundo se percibía un creciente desgarro en ellos. La garganta estaba siendo afectada.
Su piel amarilla se pintaba de rojo tomate y la sangre salía de sus orejas, boca y nariz. Todo igual, no había variaciones.
El tormento culminó y Silvia paró de gritar. Su respiración era tan profunda que su pecho subía y bajaba ansiosamente. Estaba muy asustada y desorientada, por lo que Gunnar se acercó y se agachó para atenderla.
En el instante en que lo hizo, la rubia, sin reconocerlo, atacó lanzando una serie de golpes con una técnica exquisita. Por su parte, Gunnar se puso serio y logró esquivarlos a tiempo.
—¡Silvia! —La llamó y ella detuvo sus movimientos.
—¿Eh? ¿Gunnar? —Al verlo, la muchacha refrescó su memoria sobre lo sucedido antes de colapsar; recordó los monstruos y lo desesperada que estaba cuando se enfrentó al último de ellos. Fueron experiencias difíciles de procesar.
Sus emociones se descontrolaron y sin dudarlo le dio un fuerte abrazo a Gunnar, el hombre al que antes le había dirigido unas palabras poco amistosas. Sin pudor ni vergüenza, se aferró a él sin querer soltarlo.
—Gunnar... ¿Qué está pasando? No entiendo nada... Tengo miedo. Por favor, no me dejes sola —Sus manos querían ahogar a Gunnar por la fuerte presión.
La mujer fuerte y desafiante que acababa de matar a docenas de ratas mutantes se mostraba más vulnerable que nunca. Algo que para cualquiera era normal si se miraba el panorama general de las cosas.
—Tranquila, Silvia —Le agarró la cabeza, le acarició el pelo desordenado y empapado de sangre en algunas partes, y luego continuó. —Lo hiciste muy bien frente a esos monstruos. En mi misión descubrí un par de cosas, te lo explicaré todo cuando te hayas calmado. Hagamos lo posible por sobrevivir.
Gunnar no dejó de acariciar sutilmente con sus manos su pelo hasta que la mujer se fue calmando. Eso lo notó mientras estudiaba su respiración más sumisa.
Era un poco extraño para él hacer eso, pero no había otra forma. Conociéndola, no duraría tanto tiempo en ese estado y pronto se recuperaría. Por otro lado, ella sería un gran refuerzo en este camino de supervivencia. Los dos se necesitaban mutuamente, como siempre.
A varios metros de distancia, el chimpancé los observaba con la boca abierta por la sorpresa. Hizo un gesto de aprobación con una sonrisa y un guiño.
“Bastardo, no es lo que piensas”, dijo para sus adentros, negando con la cabeza.
Silvia, que había permanecido callada, habló con serenidad sin soltarlo. —Hay una serie de palabras flotantes que me persiguen con información sobre mí y otras cosas.
—Es bueno. Léelo y lo entenderás mejor. Por ahora quédate quieta aquí —le aconsejó. Gunnar ya no podía ver nada desde que terminó la cuenta atrás.
Sin prisa, Silvia se separó de él y comenzó a leer. Luego se volvió en dirección a Caesar, que estaba sentado comiendo lo que quedaba de la cabeza del muerto.
“Esto es increíble”. Las heridas del chimpancé se estaban curando a un ritmo demasiado rápido para la lógica de Gunnar. “La hemorragia ya se había detenido”.
—¿Es una habilidad concedida por el Divino Espejo? —preguntó sin apartar su atención de las heridas.
—[¿Divino Espejo? ¿Qué es eso?] Caesar no entendía.
—Entonces no es eso... ¿Por qué nunca me hablaste de esa habilidad o capacidad tuya de regeneración? —Esta pregunta estaba mezclada con un evidente tono de regaño.
El chimpancé negó con la cabeza y respondió con dificultad todavía, sin embargo, ya expresándose con movimientos corporales aceptables: —[Hermano, ni siquiera yo lo sabía. Nunca había comido nada tan nutritivo. Cuando me hirieron, sentí el deseo de comer y estos fueron los resultados].
—Lo entiendo. Sea como sea, me alegro —Sonrió—. Es hora de que me digas por qué hay algunos de estos tipos aquí y por qué lo mataste.
Pidiendo explicaciones, centró su atención en el muerto. —¿Qué es eso? —Y antes de que Caesar pudiera explicarse, Gunnar logró percibir un aura alrededor del cadáver. “¿Podría ser lo que estoy pensando?”. Guiándose por su intuición, se acercó. Cuando estuvo a medio metro, un calor embriagador entró en su cerebro.
—Tal y como pensaba... Origen.
Dedujo con facilidad, no podía equivocarse.
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Nota del autor: ¡Hola! ¿Qué tal te ha parecido la historia hasta el momento! Déjamelo saber, por fa'. ;)
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LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN
Science Fiction[LIBRO 1 TERMINADO] [EN PROCESO DE EDICIÓN] ¿Qué pasaría si el mundo tal y como lo conoces se destruye frente a ti? ¿Te imaginas con la capacidad de destruir un automóvil de un solo golpe? ¿De poder recordar cada uno de los momentos de tu vida? Añ...