Instinto

54 20 0
                                    

—Qué problemático —comentó Marcus, detonando frustración en su tono de voz. Él se situaba en una calle limpia de Pesadillas. Se había alejado con la finalidad de reformar sus planes de combate—. ¿Qué pasa con el arma?

A su lado, Robert contestó: —Es complicado. Necesito extraer una pequeña porción de sangre del monstruo para poder activarla. Obtenerla será un desafío absoluto.

—Y esa Pesadilla es más peligrosa de lo que imaginé. Es muy aguda peleando y sabe cómo moverse —añadió Marcus—. ¡Mierda! Incluso no pudimos siquiera hacerle un daño con todos juntos… Ahora entiendo por qué nuestro capitán fue asesinado.

El tinte de dolor se vislumbró en su última oración. El agente se sentía impotente y decaído al comprender que haber dejado solo a Malcom junto a esa criatura fue condenarlo a morir.

—Qué interesante información. ¿En serio poseen un arma capaz de amenazar a esa Pesadilla? A ver, muéstramela.

—¿Obtener sangre? Ciertamente es una muy difícil condición, teniendo en cuenta quién es el objetivo.

A los dos miembros de la Unión Mundial se les prendió las antenas de alerta luego de escuchar dos voces femeninas muy seductoras y que producían un sentimiento de incomodidad y peligrosidad en la mente de cada individuo cuidadoso e inteligente.

“Impresionante el sigilo de estas dos mujeres. Lograron eludir mis sentidos a la perfección”, admiró Robert. —Tenía pensado comentarles sobre el tema, pero me alegra ahorrarme la caminata.

Silvia, quien fue la primera en hablar antes, dibujo un gesto de sorpresa sarcástica y respondió después de ver la mano derecha vestida con el guante negro. —¿Hay algo más por saber?

—No.

En un abrir y cerrar de ojos, Adelaida y la rubia partieron del sitio antes de que la voz de Robert se apagara. Ya cumplieron con sus propósitos.

Al igual que ellas dos, no muy lejos, Rosalía, los hermanos y el hombre rubio también conocieron información. Al principio ninguno pudo escuchar con claridad a los agentes y fue cuando Silvia y Adelaida hablaron que armaron el rompecabezas. Obviamente esas chicas desearon compartir todo.

“Así que esta fue la razón por la que me sugirió seguir a los agentes”, concluyó Benjamín. Segundos atrás, Silvia se lo aconsejó y él no dudó en moverse. Además, Gunnar estando con Sophia y alejados de la Pesadilla, lo hacía sentir más seguro. “Bien, volveré”.

Mientras ellos iban regresando al próximo enfrentamiento, en cierto punto igual de desolado y destruido, estaban dos personas quietas y calladas.

—Sophia… —Gunnar de forma imprevista tomó la iniciativa de dialogar.

—¿Sí? —atendió el llamado.

—¿Por qué quieres pelear contra el monstruo?

La adolescente se notó confundida por la pregunta seria, sin embargo, respondió resuelta. —Un reto personal. He decidido dejar de ser la chica miedosa, así que necesito enfrentarlo.

El miembro de la prestigiosa familia Coleman recibió la declaración bajo una mirada visiblemente analítica. Sophia se sintió sumergida en lo profundo del océano, desnuda y en absoluta oscuridad. Un estado el cual solo él podía transportarla ahí cuando deseaba estudiarla.

Después de una casi interminable conexión visual que en realidad resultó ser dos segundos, Gunnar abrió la boca. —¿Estás preparada para cualquier consecuencia?

—Lo estoy —respondió del mismo modo que lo haría un soldado: firme y claro.

El receptor perdió el deseo de continuar la conversación y prosiguió a dar la vuelta, entonces visualizó a Silvia y Benjamín esperándolo a lo lejos.

LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora