Otra vez

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Las Pesadillas atacaron sorpresivamente a pesar de la vigilancia de los Liberados, y eso se debió a que la neblina roja fue desfavorable. Los espejos rojos levitantes estaban ocultos.

Además, no solo aparecían flotando, como se apreció en el caso de la mujer loca por los efectos del espejo rojo. Iban creándose en todas partes, por lo que había que tener cuidado en detectarlos y prevenir el contacto físico.

Fue un dolor de cabeza confirmar a los terribles monstruos bípedos y sin rostro como oponentes, sin embargo, lo peor eran sus tamaños. El más pequeño de la noche pasada se convirtió en el más grande.

Apenas pisaron el territorio, la muerte se paseó feliz. Las personas que no se adaptaban con rapidez eran principalmente las que caían.

—¡Nooo! ¡Ayuda!

—¡Aaaahh!

Estos monstruos, con sus impresionantes brazos largos y garras afiladas, las cuales superaban ahora los 10 centímetros, trataban a los enemigos sin compasión; cortaban y asesinaban a la primera oportunidad y marchaban hacia el siguiente objetivo de la misma manera que las máquinas de exterminio.

—¡Maldita niebla roja! ¡Reúnanse!

—¡Nos están acabando!

El desespero se transmitía en los múltiples gritos emitidos por la gente. Pelear casi a ciegas los asustaba y el resultado era la desconcentración y descoordinación.

Eso les sucedía a los incompetentes que tomaron la decisión de quedarse en el planeta por razones seguramente mal pensadas, ya que en la zona también había Liberados que estaban plenamente conscientes de su elección en elegir permanecer y los miembros de la Unión Mundial eran uno de ellos. Fueron la defensa y el contraataque de los humanos. La disciplina, experiencia y determinación chocaron contra las insaciables Pesadillas.

Aunque, por supuesto, había otras representaciones del bando terrícola y eran aquellos individuos desconocidos y misteriosos, posiblemente Liberados veteranos. Dichos individuos enseñaron su valía en el campo de batalla. Entre ellos, había varios conocidos.

—¡Peleen en grupos de 5 y ataquen siendo mayoría! —ordenó Gabriel— ¡Rosalía y Matthew, ayuden en parejas a los equipos con dificultades y eliminen a los monstruos más fuertes! ¡Lina, vienes conmigo!

—Gabriel, hay algo que…

La voz de Lina se interrumpió cuando, de un momento a otro, percibió movimientos veloces dirigidos a ella.

Reaccionó dando un impresionante giro de 180°, sujetando con firmeza la daga en el brazo derecho extendido.

Lo que parecía al principio una maniobra que nada más desgarraba el aire, concluyó en la muerte de un monstruo que intentó atacarla por la espalda.

El arma se deslizó en el cuello de la Pesadilla, dejándole colgada la mitad de la cabeza, porque una parte todavía luchaba por no desconectarse del cuerpo.

Lina empujó el cadáver al suelo para que no le obstaculizara la visión. En menos de un parpadeo midió la altura: 2.5 m. “¿Tan grande? Pensé que era mínimo de 2.4”, se sorprendió.

—Movilicémonos. Vamos a perder personal si demoramos en intervenir —apresuró Gabriel.

El intento por mantener el mayor número de Liberados en su equipo aún era vigente, así que el tiempo valía oro. Por otro lado, enfrentar estos engendros y ser el héroe que contribuya a la victoria era una idea que jamás pasó por su cabeza. Ni la tentadora cuantificación de Origen lo haría flaquear.

Un modo de pensar similar venía del grupo de Gunnar. Según sus recomendaciones, él les dijo a sus socios que la mayor tontería era atacar. Su trabajo primordial radicaba en defenderse y aguantar.

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