Derrota

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[Momentos antes de la explosión y muerte de Marcus: grupo de Gabriel]. 
 

—¿Lo lograrán? —El líder preguntó a los dos miembros, denotando mucha integridad.

—Lo harán, Gabriel. Tienen con ellos a Gunnar, al animal, la pelirroja loca y Robert —contestó Lina en una inútil actuación desinteresada respecto al tema. Claramente, no pretendía ir hacia allá a ayudar.

—Olvida el asunto. La decisión ya está tomada —agregó Matthew, inclinándose a favor de ella.

Después de huir del área más peligrosa, ellos se abrieron paso hacia el norte, queriendo evitar a toda costa el centro. A la distancia se podía observar el infierno de llamas y lava al otro lado de la línea divisoria. Hasta la temperatura, ya extrema, se aumentó mucho más; el cuerpo sudoroso en los tres exponían esa verdad.

Hace poco acababan de terminar una pelea dura con tres Pesadillas y su energía había sido afectada. Es más, el arquero tuvo que utilizar una flecha para terminar con prontitud.

—Creo que estamos confiando las cosas demasiado a la suerte —Gabriel reveló sus pensamientos.

Lo que dijo fue la verdad, por eso los demás guardaron silencio, avergonzados de su cobardía. No se dignaron a cambiar de parecer. Se consolaban en decirse así mismos que estaban valorando su vida, pero, cuando la atmósfera se puso incómoda, apareció alguien de forma imprevista. Él era Caesar.

—Ustedes... Ustedes irán a pelear o los mataré aquí y ahora.

Los tres, unánimemente, giraron en busca de la voz gruesa y enojada.

—¡¿Por qué estás aquí?! —preguntó Matthew, apuntando con el arco al recibir la amenaza. El chimpancé aún brillaba y sufría el fuerte dolor de cabeza—. No vamos a...

En medio de la oración, Caesar sacó fuerzas más allá de lo normal para poder moverse y conectar dos golpes a mano abierta en el pecho de Lina y Matthew. Las dos personas fueron a parar en diferentes direcciones, no sin antes haber vomitado una considerable cantidad de sangre.

"¡Maldición! Este animal es muy poderoso". Gabriel tuvo que presenciar con los ojos bien abiertos cómo Caesar atendió sin problemas a sus compañeros. Con base en eso, decidió esperar sin realizar un movimiento contra el agresor, quien había quedado a un metro de él.

El primate después de golpearlo, llevó los dedos directos a sus sienes y se masajeó dicha área. El rostro era de puro dolor.

—Ustedes dos, les tengo algunas noticias —dijo Caesar. Hizo una pausa para esperar que el par de Liberados se levantaran y lo escucharan, entonces prosiguió—. Su vida depende de mí desde ahora en adelante... Lo que quiere decir es que con solo desearlo, los mataré.

Gabriel apenas le entró la información, frunció las cejas al igual que Matthew y Lina. No entendía un carajo, pero consideraron sus palabras.

—¿Con solo desearlo? Maldito demonio, soy quien te asesinará —El arquero se cabreó y posicionó su arco en modo de lanzamiento.

El chimpancé se mostró todavía más impaciente. En realidad estaba calmándose también, para así rechazar la idea de arrancarles la cabeza y comerles sus cerebros.

—No lo repetiré de nuevo —advirtió entre gruñidos. Posteriormente y de manera lenta, llevó su mano al frente de su cara y cuando ya tenía la atención de todos, chasqueó los dedos—. Irán o yo los eliminaré a ustedes... Recuerden esto, puedo saber en qué lugar están situados... Vayan y peleen, porque cada segundo de vida de aquel monstruo nos pone a todos en peligro.

Matthew ya se disponía a lanzarle la flecha en el pecho cuando de repente un dolor agónico brotó en su corazón. Sentía que dicho órgano se envolvía en llamas. Asimismo, Lina experimentó lo misma

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