“Terrorífico”. Esa fue la palabra con la que Sophia calificó los primeros movimientos realizados en la batalla contra el espantoso ser. La magnitud de las ofensivas superaron con creces todas las anteriores. Eso le dio una nueva perspectiva sobre el poder de combate que los otros Liberados poseían.Las cartas ocultas salían una tras otras y esta última la hizo jadear de la conmoción.
—¡Ay! ¡Mi cabeza! —exclamó por un dolor punzante, sacándola de sus pensamientos. Sophia yacía tirada en una multitud de escombros, de hecho, le había caído un pesado de pared encima. Además, en su cabeza corría sangre, una evidencia obvia de alguna herida.
—Levántate rápido —le advirtió Benjamín. El joven vigilaba los alrededores de posibles ataques repentinos. Acabó de ver un ejemplo claro de ello y no deseaba ser uno más.
La chica, al confirmar la indiferencia de su hermano por querer ayudarla a levantarse, decidió hacerlo ella misma. Inyectando la fuerza necesaria en los brazos y enviando lejos el pedazo de pared como si fuera un simple cartón. Se tocó la parte trasera de la cabeza y el dolor punzante arremetió contra ella con más vigor.
—¡Ayyy! —chilló, dibujando una cara adolorida y enojada.
—Huye de aquí. Yo voy a quedarme peleando —Benjamín le ordenó con total seriedad—. Y no me vengas con tus estupideces. De verdad, lárgate de aquí.
Sophia detuvo su manoseo en la herida e hizo contacto visual con él. Le era sencillo interpretar las intenciones: quería sacrificarse.
—No te entiendo —dijo—. Tratas de desarrollar en mí el coraje suficiente para enfrentar los peligros y cuando aparece, me sobreproteges. ¡Olvídate! ¡Jamás voy a volver a ser un estorbo!
—¡Idiota! ¡No estás…!
La discusión tuvo que cancelarse prematuramente, puesto que él descubrió movimiento en el área, varios para ser precisos.
Aquellas personas no se anduvieron con rodeos y aparecieron enseguida. No eran otros que Gunnar, Silvia, los agentes, el par de pelirrojos, Gabriel y sus 3 restantes miembros de su equipo. Vinieron por lugares diferentes, pero sincronizados.
Sus vestiduras estaban peor que antes. Las explosiones previas los afectaron y no solo físicamente, pues, los eventos sucedieron tan rápido que algunos desconocían el sentimiento correcto que deberían estar sintiendo.
—No gastes saliva, hermano. Es mi decisión —respondió la chica, caminando hacia delante para encontrarse con los otros.
Benjamín apretó los dientes denotando su frustración, sin embargo, renunció al asunto. Ahora tenía que ir por el plan B: cuidarla.
Ya reunidos, las personas cruzaron miradas con diferentes expresiones que venían de tristeza, ansiedad, cautela, seriedad y otros que se mostraban indescifrables, como el caso de Gunnar y Silvia.
—Creo que…
—Vamos. Hay que confirmar las secuelas de la explosión —Gunnar interrumpió la oración de Gabriel y ordenó a todos ir directo hacia el monstruo—. Hablaremos después de analizar lo sucedido.
Diciendo eso, se marchó junto a Silvia y no esperó ninguna respuesta.
—Distintos entre los distintos… Son mis favoritos —confesó Adelaida en voz baja y revelando una leve sonrisa repleta de intenciones desconocidas. El resto oyó en silencio.
La pelirroja escasamente conocía a Gunnar y a la rubia, no obstante, desde el inicio nunca pararon de incomodarla, si los valoraba como posibles enemigos, e impresionarla, si los estimaba como aliados. Tales individuos en circunstancias normales los evitaría, pero ahora era lo contrario y los necesitaba. Entonces, Nicolás y Adelaida fueron los primeros en seguir a aquellos dos, seguidos de Sophia y Benjamín.
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LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN
Science Fiction[LIBRO 1 TERMINADO] [EN PROCESO DE EDICIÓN] ¿Qué pasaría si el mundo tal y como lo conoces se destruye frente a ti? ¿Te imaginas con la capacidad de destruir un automóvil de un solo golpe? ¿De poder recordar cada uno de los momentos de tu vida? Añ...