Portal dimensional

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-¡¡Gunnar!! ¡¡Gunnar!! -Silvia gritaba desesperada entre lágrimas. Yacía arrodillada, alzando un poco la cabeza del hombre, quien no respondía ni abría los ojos. Su cuerpo era un desastre; tenía los brazos rotos, al igual que la pierna izquierda-. ¡¡Te había dicho que era una locura!!

La mujer luego contuvo sus emociones, respiró profundo y se secó las lágrimas que se deslizaban fácilmente por sus mejillas. Con cuidado agarró a Gunnar tratando de no empeorar su condición. Obviamente, moverlo en tal estado era una mala idea, sin embargo, no había otra salida, estaban forzados a alejarse o el monstruo podría venir y matarlos.

"¿Por qué confíe en esa loca idea suya?". Ella se arrepintió. Su corazón se lastimaba más con solo pensarlo.

-Sé fuerte -le dijo a Gunnar, entonces lo cargó y se lo condujo a un mejor lugar.

Y mientras el dúo partía, hubo un grupo que al observar el misterioso comportamiento de la Pesadilla, le lanzó su mejor arsenal.

-¡Dispara! -Lina ordenó a Matthew. Su voz se escuchaba como si quisiera arrancarse el cabello de la ansiedad que padecía. Miró hacia cierta dirección y dijo: -¡Dios mío, Gunnar está...!

Se tapó la boca abierta con sus delicados dedos y las gotas bajaron de sus ojos. Gabriel también se dio cuenta, no obstante, cambió de enfoque y repitió las palabras de Lina.

-¡Dispara, maldita sea!

Matthew tiró la primera flecha ante el comando, la segunda y la tercera. Cada una impactó en la inmóvil Pesadilla y los destrozos se originaron.

-¡Te lo mereces, desgraciado! -dijo el arquero. Se desahogó soltando esas palabras.

-¡No puede ser! -exclamó Gabriel. La nube de polvo cayó y la imagen de la criatura sin ningún cambio aparente floreció. Lo único diferente eran sus manos alzadas al cielo, daba a entender que esperara recibir una especie de regalo divino.

-¡¿Cómo pudo esa cosa salir ilesa?! -Matthew cuestionó con una expresión de incredulidad.

Asimismo, a Jonan, Rosalía, Nicolás y los demás en distintos se les dificultaba procesar las cosas. Antes una sola flecha lo había herido.

La criatura no esperó a nadie y continuó lo suyo. La neblina rojiza que lo cubría empezó a fluctuar a un ritmo cada vez más alarmante, y al pasar de un par de respiraciones, se transformó en una sustancia líquida, igual que el proceso del Divino Espejo cuando creaba las armas, solo que menos elegante. Después se elevó a 30 metros sobre la Pesadilla.

La sustancia se convirtió en una pequeña esfera, momentos siguientes, desató un brillo segador.

-¡¿Qué está pasando?! -preguntó Silvia, sabiendo que no había nadie que le respondiera. Ella bajó a Gunnar, y cuando levantó su vista, se topó con aquella esfera. Malos pensamientos crecieron de forma corrosiva después de que cierto chimpancé desatara un retumbante rugido de dolor.

-¡¡Aaaargh!!

Silvia entonces se sobresaltó y enseguida buscó a Caesar con la mirada; lo visualizó de inmediato. A la distancia, podía ver una figura blanca y brillante, casi del mismo nivel que la bola flotante. El primate perdió la fuerza y se desplomó.

-¡¡Caesar!! -Gritó. Silvia lo vio perdiendo el brillo-. ¡No puede ser! ¡¿Qué hago?!

El chimpancé corría un grave riesgo tirado allí sin protección. Una Pesadilla cualquiera podría matarlo. Tenía que ir por él, pero Gunnar tampoco podía ser descuidado y mucho menos cargarlo más, porque sus lesiones eran delicadas.

Maldijo y se frustró. Fue luego que una voz familiar le quitó un enorme peso de encima y le transmitió alivio por medio de sus palabras.

-Silvia, yo traeré a Caesar. Tú permanece al lado de Gunnar -indicó Sophia. La adolescente emprendió una carrera acompañada por Benjamín y trasladaron al primate hacia ella, precisamente al lado del Gunnar.

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