Pérdida

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—¡¿Ese tipo es humano?! —Nicolás dijo una pregunta retórica con mucha seriedad. Incluso, absorbido por la tarea pesada de batallar contra las poderosas Pesadillas, tuvo la osadía de chismear la pelea ajena. La curiosidad le ganó.

—¡A tu izquierda! —gritó Adelaida, detonando la urgencia en su voz.

—¡Demonios!

El oponente venía desde arriba y amenazaba con volverlo trizas. Nicolás realizó la única maniobra que se le ocurrió para evitar ese fatídico final: saltó apresurado en la primera dirección que vio. Tal maniobra eludió con éxito el ataque. Él cayó sin equilibrio entre un montón de ruinas y la Pesadilla creó un hueco en el suelo al impactar sus manos en él.

—¡Te tengo! —expresó feliz la pelirroja. Soltando una patada tenaz, mandó a volar al enemigo lejos de la zona. Logró obtener segundos valiosos para recomponer su estrategia de pelea. —Idiota, ¿crees que estamos jugando acaso?

Sin necesidad de gritar, Nicolás la oyó desde donde estaba. —Mi culpa —reconoció mientras se levantaba y sacudía el polvo de su ropa—. Tuve una falla de niño, lo siento.

—Bueno, ¿y qué fue eso que te dejó como un imbécil? Tiene que… —La mujer detuvo sus palabras cuando miró hacia el punto donde supuestamente Gunnar estaría combatiendo las dos Pesadillas—. ¡¿Qué?!

Allá lo único que se veía eran los dos cadáveres. Él ya estaba situado al lado de Silvia y el animal luminoso que, aunque tenían curiosidad de saber por qué su pelaje brillaba, ellos y muchos otros solo especularon.

—¿Ya es un Controlador? —Fue la respuesta más coherente que le subió a la cabeza—. Incluso así, todavía se vería apurado…

—No lo creo, Adelaida. Él aún no ha encontrado su Semilla Oculta —opinó Nicolás—. Odio admitirlo, pero ese tipo es impresionante.

Adelaida guardó silencio y lo observó. “Debería abstenerme de intentar algo en contra de esos tres”, concluyó, enfocando la concentración hacia el presente problema.

—Hagamos esto rápido, ¿no quieres ayudarles a tus tíos? Quizá llegues tarde si no, sé te quita lo imbécil.

—También son tus tíos… Olvídalo, ya me sé el sermón —Nicolás le respondió.

Ellos se acomodaron y recibieron a la Pesadilla que volvió energética para la segunda ronda. Al parecer, se enojó por la patata y deseaba desquitarse para saciar su frustración.

El dúo respondió a la altura, sin ser obligados a revelar todavía los poderes obtenidos luego del descubrimiento de la Semilla Oculta. Los sonidos de impactos entonces se oyeron.

Del mismo modo, Benjamín y Sophia se enfrentaban a su respectivo rival. A diferencia de la pareja de pelirrojos, ellos lo pasaban mucho peor. No eran Controladores, por ende, la fuerza física era de menor grado. Sufrirían para lograr la victoria.

—Gun, se acabó el descanso —Le avisó Silvia, que yacía acariciando la cabeza de Caesar, intentando en vano calmarlo.

—Vuelvo enseguida —informó él, comiendo el cerebro de la Pesadilla que previamente mató. Ya había demorado el primero y este era el faltante—. Huele al aroma a muerte.

—¿Mm?

Silvia perdió la oportunidad de preguntarle sobre aquella extraña insinuación, puesto que él se mandó a toda velocidad a eliminar al nuevo oponente. Ella simplemente lo olvidó y se concentró en el panorama general de la batalla.

Los otros Liberados a través de sus trucos y métodos hacían lo posible para atacar o defenderse, sin embargo, la diferencia con respecto a las luchas anteriores era muy drástica. Donde quiera que apuntaba, no faltaban los gritos de dolor, impotencia y miedo de las personas, originados al presenciar la muerte de sus colegas, sufrir lesiones o reaccionar de esa manera después de entender que el ataque venidero les quitaría la vida. Iban cayendo uno por uno, como moscas.

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