Hasta el amenecer

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-Sophia, no pelees más sola. Siempre con tu hermano o conmigo.

-Muy bien..., como digas.

La pequeña conversación entre Silvia y la adolescente se produjo por las diversas entradas un poco imprudentes de esta última. Una cualidad de esas Pesadillas era su capacidad en las peleas, porque sabían moverse mejor que las otras especies. A pesar de la distribución de Caesar, el ritmo para la mayoría de ellos era muy lento y las heridas iban en aumento. Se les hizo difícil acomodarse eficazmente a sus oponentes y eso costó daños en el cuerpo, que por suerte, no dificultaron demasiado sus destrezas.

Al principio, para los hombres de James, un monstruo de 5 m era su límite. El gorila con hacha, podía manejar hasta de 3,8; Sophia, uno de 3,5; Benjamín y Silvia combatían con Pesadillas de 3,0; y Gunnar junto a Caesar, les tocaban los más pequeños, los cuales no pasaban de los 2,6.

El chimpancé a través de su habilidad, sentía que cada Pesadilla de 2,9 hacia abajo, aumentaba en poder 2 veces más por disminución de centímetro que las otras de mayor tamaño. Así que, aunque Silvia podía luchar contra una más baja, no era necesario actualmente y no tenía por qué arriesgarse tanto. Solo el dúo de Gunnar y Caesar tomó la tarea de exterminar aquellas problemáticas.

-Estos extraños monstruos pueden alargar las 7 garras de 5 a 8 cm a una velocidad increíble cuando tienen una altura de 2,8 hacia abajo. Hay que dudar si alguna menor a dicha estatura puede hacerlas crecer más o tiene algunas habilidades adicionales. No se confíen nunca -informó el líder, seriamente.

-[Hermano, a 100 metros a tu derecha viene corriendo una de 2.6. Yo iré por ese par de 2.7 de la izquierda].

-Lo tengo.

Gunnar no perdió más tiempo y se dirigió hacia el próximo enemigo. El engendro de enormes brazos corría descontroladamente, destruyendo los escombros que se interponían en su camino de un solo golpe. No era diferente a un adicto a las drogas desesperado por hallar una dosis la cual calmara su ansiedad, pero en vez de drogas, se enloquecía por desmembrar cuerpos y matarlos.

La distancia entonces se redujo en un santiamén y los dos prepararon sus mejores ataques. La criatura soltó un tremendo corte horizontal con la mano derecha y fue seguido de la izquierda, obligando a Gunnar esquivar rápidamente en dos tiempos. Los movimientos ejecutados por él eran tan sorprendentes que parecía desafiar la física y dar un paso más allá de la línea que limita las capacidades de los humanos. El centro de gravedad siempre lo movía de una manera tan compleja, y aun así, lo hacía ver fácil.

Entretanto esquivaba, las Gemelas en sus manos esperaban pacientemente el llamado de su amo para desgarrar el aire y cortar cualquier oponente. Gunnar las puso en acción cuando dedujo la imposibilidad de la Pesadilla en contrarrestar el ataque.

Una serie de luces brillantes rodearon a la criatura y desaparecieron instantáneamente. Después de un segundo, el cuerpo cayó al suelo en múltiples pedazos. Si hubiera tenido boca, ni gritar hubiese podido. Fue, en definitiva, muy veloz.

Mientras eso sucedía, en un punto distinto, acaba de sonar un fuerte impacto. El chimpancé le arrancaba la cabeza a uno de los contrincantes que le correspondía; el otro ya tenía una larga vara blanca atravesada en la cabeza.

Al igual que el dúo, el equipo entero estaba inmerso en una incesante lucha, que resistían soltando hasta la última gota de sudor. Parecían que mantendría la constancia por muchos más, sin embargo, fue en ese momento llegó la primera muerte por parte de ellos.

-¡¡Brad, corre!!

El gritó desesperado de Mark se escuchó, llamando la atención de los presentes. Silvia vio como un monstruo de 3.6 descendió a 20 metros de altura y se ubicó precisamente detrás del hombre tatuado y con la cicatriz en la mejilla. Con claro terror, el tipo dio la vuelta y se encontró con la criatura. Sus pensamientos se quedaron en blanco, sus ojos revelaban sus miedos y una posterior rendición. Nada más tuvo una palabra que decir, porque ni siquiera tuvo tiempo de hacer algo más.

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