Muertes, sacrificio y dolor

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La acción de arrodillarse que ejecutaron los terroríficos monstruos abrió una puerta imperdible para los Liberados que combatían con ellos. Siendo el caso, una mujer, teniendo los ojos puestos desde siempre en sobrevivir, quiso dar un mensaje de aliento a los demás.

-¡Oigan, no se detengan ahora que podemos matar a...!

La voz de la Liberada se la llevó el viento cuando, por casualidad, levantó la cabeza y vio en dirección a la grieta espacial creada por la esfera negra. Aunque ella notó antes el cambio del entorno al color rojo, fue en ese instante donde despegó la atención de su oponente y atestiguó esa anomalía.

"¿Qué es esta sensación?". La maltratada dama sintió algo extraño cuando vio la grieta, era como si desde la otra parte alguien o algo la estuviera observando de principio a fin. El cuerpo entero se llenó de sudor, y en su mente, un nerviosismo desbordante la quemó. Así aconteció en cada Liberado

-¡Desvíen la mirada de ahí! -Silvia advirtió con severidad a Sophia y Benjamín. Ellos obedecieron de inmediato.

-Eso fue espeluznante -expresó la adolescente, pasando el susto y tocándose el corazón con la mano derecha.

-¿Hay una existencia del otro lado? Entonces es más seguro de que sea un portal -Benjamín dedujo.

Él no estaba tan afectado, pero sí tuvo que secarse el sudor de su frente. El panorama vislumbraba el inicio de algo peor y lo más miserable era que no tenía la capacidad siquiera de defenderse, encima de eso, sus mejores miembros estaban en el suelo; uno desmayado sin saber la razón concreta y el otro luchando entre la vida y la muerte.

Silvia se arrodilló en medio de los dos y les acarició el rostro con ambas manos.

-Chicos, por favor, despierten... Los necesito -les dijo, con claro tono apagado y triste.

-Los necesitamos -corrigió Sophia. Se agachó y siguió el ejemplo de la rubia, pero, lo hizo únicamente con Caesar. Sí, miró al demacrado Gunnar, solo que algo la detuvo de querer tocarlo y lo rechazó. Quizá su orgullo.

En ese pequeño espacio despegado por completo a las duras circunstancias, por desgracia, encontró su final prematuramente, ya que la inactiva Pesadilla deshizo su postura, ritual, ceremonia o lo que sea que estuviera. ¿Por qué se enteraron? Bueno, alguien había gritado.

-¡Ahí viene hacia acá! -avisó Gabriel a todo pulmón.

-¿Qué? -Lina se pasmó del miedo.

-¡¡Corran en puntos distintos!! -Fue lo único que pudo sugerir el líder. Así de lamentable eran las opciones.

Ellos también habían desprendido la vista del portal y sin perder tiempo se dedicaron a vigilar los moviéndose de la Pesadilla. La criatura, luego de bajar las largas manos, fijó su interés en el hombre que anteriormente le envió una peligrosa flecha.

-¡Es imposible escaparse, debemos pelear! -afirmó Matthew, alterado, como si suplicara para que eso pasase así.

Los dos compañeros no tardaron en reconocer la raíz de ese comportamiento, era obvio: La Pesadilla iba por él.

Lina chocó miradas con Gabriel y no supieron qué decisión elegir. Estaban contra la espada y la pared.

El instante de duda fue el factor que perjudicó sus limitantes vías de escape. La Pesadilla pisó su terreno.

Lina se le salió el alma apenas atrapó la imagen del enemigo. En la perspectiva de ella, era igual a ver a la muerte misma buscándola para llevársela al infierno. Recreó la escena donde los seguidores de Rosalía perecieron y lo cerca que estuvo de morir. "¡Necesito huir!", se dijo.

LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora