“Impresionante”. Rosalía calificó anonadada mientras observaba desde arriba de una camioneta que estaba volteada. “Jamás podría yo sobrevivir a un impacto de ese calibre, y, sin embargo, él ya ha soportado 3”.
—¡Demonios! Jamás había visto a un tipo tan singular. Ha de haber trabajo duro durante un tiempo para alcanzar ese nivel, ¿verdad?
El hombre rubio llamado Jonan apareció de la nada y le habló a la ella. Esta última evaporó sus pensamientos al recibir la visita de la desconocida persona que le había hablado con extrema familiaridad, como si se conocieran de antes.
—¿Quién eres tú? —respondió en un tono contrastado al de él. No atacó porque ya lo había visto aportando a la batalla.
—Soy amigo de aquella rubia que está allá en… —Se detuvo un momento porque donde señaló no estaba nadie—. Juraría haberla visto ahí hace unos segundos. En todo caso, el…
Incómoda con la llegada del sujeto, empacó sus maletas y se fue, callando forzadamente en la mitad de la oración a Jonan. Su actitud fuera de contexto creó un rechazo automático en Rosalía.
—¿Por qué a nadie le gusta presentarse? No importa, veamos cómo siguen las cosas. Sería bueno que ese tipo no muriera.
Dejándole esas palabras al viento, tomó el espacio el cual había sido ocupado por Rosalía no hace mucho y se mantuvo ahí hasta que alguna oportunidad de intervenir surgiera.
Por otro lado, apartado de Jonan, justamente en la escena principal donde se vivía el combate que parecía culminar pronto, con el momento igual a donde se había debajo, las cosas retornaron a la actividad violenta.
La Pesadilla fue a por el asesinato de Gunnar.
En la corrida que emprendió se podían ver las garras marcando líneas brillantes en el camino y el ímpetu frenético en cada zancada ejercida. La sutileza en las carreras previas se transformaron en brutalidad y tosquedad.
Desde la perspectiva de Gunnar la Pesadilla estaba corriendo a una velocidad rápida, pero visible, a diferencia de la de una persona ordinaria, ya que lo único que podría captar sería una teletransportación.
“No está funcionando”. Él sacó esa conclusión en medio de la batalla y la imparable venida del oponente. “Guíate de tus instintos cuando te llamen, sin importar la situación y las muchas planificaciones que hayas hecho”. Citó en su mente las palabras de aquella leona que conoció en su sueño. Aunque no se mencionó, Gunnar meditó en breves ocasiones sobre lo acontecido ahí. El sentimiento real, similar a lo vivido en el hotel de París, lo influyó a creer que no eran sueños comunes.
Los dos latidos de su corazón y ese instinto que le gritaba que luchara, sirvieron como puente para que tomara la decisión tan peligrosa de pelear de frente con la Pesadilla.
Ahora un instinto diferente y más relacionado con su modo de ser le tocó el hombro y lo sonsacó para que evitara exponerse a tanto peligro por creencias supersticiosas, recordándole el fiel opositor que era respecto a ese asunto, o más bien, riéndose de él por lo bajo que había caído.
“No hay marcha atrás”. Tragó un enorme sorbo de confianza y recuperó la fe y seguridad. No podía olvidarse de lo que sintió en aquel entonces. “Ya estoy metido en este pozo hasta el fondo. Cumplamos con unos de los objetivos”, sentenció. Su alma le seguía diciendo que lo intentara y se aventuró a continuar.
Todo ese tiempo metido en su cabeza no había pasado ni el segundo, por ello, la criatura todavía seguía el recorrido, pero ya estaba a un pelo de alcanzarlo.
Las cuchillas de la Pesadilla, muertas por cortar, olieron el delicioso sabor de carne y arremetieron salvajes. Era claramente la agresividad más severa de ese engendro.
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LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN
Ciencia Ficción[LIBRO 1 TERMINADO] [EN PROCESO DE EDICIÓN] ¿Qué pasaría si el mundo tal y como lo conoces se destruye frente a ti? ¿Te imaginas con la capacidad de destruir un automóvil de un solo golpe? ¿De poder recordar cada uno de los momentos de tu vida? Añ...