Evacuando II

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—Haber enfrentado a tantas Pesadillas costó la mayoría de las municiones, pero la Cuantificación de Origen valió el esfuerzo —dijo Silvia, bajando las escaleras del hotel junto a Gunnar y Caesar.

La batalla se transformó en una masacre unilateral por 2 razones. La primera fue por el espacio angosto en el cual las Pesadillas no pudieron hacer uso máximo de la ventaja numérica; la segunda tuvo que ver con las capacidades del trío y su creciente fortalecimiento.

Cuando los monstruos más fuertes se incorporaron, ya no eran rivales para ellos. Lo que causó un crecimiento más rápido en los 3. El Origen cuantificado de Gunnar alcanzó los 1015, debido a que recogió los de Caesar y Silvia tocó los 645. La chica asesinó a más Pesadilla de las fuertes.

—¿Cómo me aconsejas distribuir el Origen cuantificado, Gun?

—Deberías incrementar tu fuerza equitativamente. Tienes una calificación en el nivel de supervivencia y peligro. Si notas disminución de estas, es por mala distribución —explicó tranquilo mientras caminaba.

La rubia asintió en sentido de aprobación y agregó según lo aconsejado. Gunnar no se quedó atrás. Subió 4 puntos en Inteligencia que consumió 400 de Origen y 6 puntos a todas las que exigen 20.

En una fracción de segundo, la gratificante sensación lo abrazó. Pudo sentir cómo la fuerza incrementaba a un nuevo nivel. Cuando abrió los ojos, percibió un cambio en los procesos mentales.

Intentó poner a prueba la memoria y para su sorpresa, comprendió cosas sutiles que se les había pasado por alto en el pasado. Logró recordar episodios de su niñez, los cuales eran escenas borrosas no hace mucho. Recuerdos especiales que pasó con sus padres en la infancia también florecieron y los que vivió con sus antiguos amigos.

El brote de sentimientos quisieron atacar y empujaron en un proceso de confusión, que deshizo sacudiendo la cabeza. “No es momento de esto”, determinó rotundamente.

Aparte de la memoria, la mejora de los demás procesos cognitivos fueron estimulados notablemente. Era imposible negar el maravilloso resultado y una cosa confirmó: quería más.

—¡Oh, Dios mío! ¡Esto es mi nueva droga favorita! —Silvia aulló de placer mientras estaba extasiada por la sensación que el hombre también acababa de experimentar, pero cuando abrió los ojos y vio a Gunnar, siguió hablando—. Espera, tal vez sea la segunda.

Luego, le guiñó el ojo coquetamente a Gunnar y este no le dio importancia a sus comentarios. No obstante, ella creyó ver que la comisura de los labios se arquearon con sutileza hacia arriba antes de que le diera la espalda. Aunque no estaba segura, esbozó una sonrisa de triunfo.

—Sigamos. Las armas de largo alcance se emplearán cuando sea necesario. Entretanto utilizaremos las espadas —le dijo a Silvia.

—[Hermano, puedo percibir a esas cosas comiendo más personas y volviéndose más fuertes] —Caesar expresó con señas. Gunnar recibió en silencio la información y luego habló.

—La cantidad de Pesadillas en el hotel es demasiada y las autoridades no han entrado en acción, al menos no hasta aquí. No hemos dimensionado la gravedad de esto.

El tono amargo se impregnó en cada palabra. Ya había transcurrido un tiempo aceptable para que vinieran las ayudas y la espera se convirtió en una falsa ilusión.

Sin más pérdida de tiempo, bajaron las escaleras. El olor a hierro penetró las narices del los tres. La sangre decoraba las paredes y pisos como pinturas artísticas. En múltiples zonas se hallaban intestinos, órganos y otras partes humanas.

Por más familiarizados que estuvieran Gunnar y Silvia con los asesinatos, torturas y cadáveres, lo que vivían allí les sentaba muy incómodo.

Una montaña plagada de Pesadillas muertas no tenía punto de coloración con esta escena. Caesar fue el único que no se asquea y se mostró indiferente a la situación.

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