Esto aún no termina

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Mientras los tres agentes presenciaron la aparición de la Pesadilla, Gunnar y muchos otros Liberados pisaron en las cercanías de la línea divisoria. Lo que sus ojos vieron les quitó las ganas de respirar.

-Esto es una locura... -expresó Richard. Su voz denotaba preocupación.

Ese descubrimiento posicionó a los altos grados de calor en lo último de lo que debían angustiarse. Las palabras de aquel Liberado parecían ser ciertas: eran los únicos en el planeta Tierra.

-¿Cómo es que ni siquiera nos dimos cuenta? -Benjamín dio voz a sus pensamientos de pie junto a Sophia. Estaban sin poder mover un centímetro de su cuerpo; la conmoción se había apoderado de ellos.

La ciudad, afuera de lo que era la zona libre de Pesadillas, se había reducido en llamas; sin embargo, no de forma metafórica, realmente se quemaba viva y se comía las construcciones destruidas, vegetación, todo. Ningún signo de vida se percibía, incluso las Pesadillas parecían haber sido calcinadas. Ahora mismo, el mundo era inhabitable para cualquier tipo de ser vivo.

El fuego bailaba por todas partes, la lava se asemejaba a una clase de mar que salía por las grietas enormes de la tierra, donde las más grandes que se podían encontrar eran de 30 metros de ancho. No obstante, el largo y fondo eran imposible de medir solo con la vista.

Ni rastro de lo que una vez fue, ya el paisaje era el mismo inframundo que siempre se había descrito en los libros apocalípticos.

"Es extraño, y es verdad, esta área no sintió los efectos que habría hecho tal devastación. Además, donde estamos está intacta", pensó Gunnar. Fue el primero que desplazó en segundo plato la impactante y repentina condición del mundo y trabajó en las causas. "Posiblemente sea un lugar con cierto propósito o es especial por alguna razón desconocida. ¡Demonios! Es frustrante no tener ningún conocimiento sobre el caso. Por otro lado, quizá haya más gente con vida en algunas partes del mundo si en las otras zonas iguales a estas también se vieron indiferente a lo que hay afuera"

-Hermano... -Sophia habló con un tono de voz nervioso-. ¿Cuándo partiremos a la otra dimensión? Ya no hay cabida para nosotros aquí. ¿Cuáles fueron los verdaderos motivos por los que el Divino Espejo nos ofreció la opción de permanecer más tiempo?

La serie de preguntas que habló ella obviamente que Benjamín desconocía la respuesta, aun así entendió sus inquietudes, pues, él también deseaba poder conocerlas.

-Sea lo que sea, falta poco. Es cuestión de aguantar hasta que ese momento pase, Sophia -afirmó. Después añadió otra cosa obvia, pero necesaria de recordar y tenerlo siempre presente-. Continuemos mejorando y sobreviviendo.

Así, la gente fue movilizándose hacia el centro. Algunos sentían que la piel se les estaba quedando al quedarse cerca de la línea divisoria y soportar el tormentoso calor provocado por el sol rojo. Era una combinación horrenda.

Gunnar tampoco se quedó. Él había visto lo que tenía que ver. Dio la vuelta y partió. Asimismo, los otros miembros del grupo lo siguieron. Cuando iban por la mitad del camino se oyó un ruido de un fuerte golpe; el que Malcom había producido al chocar contra la Pesadilla.

-¡¿Qué fue eso?! -gritó Richard. Ya era imposible para él tranquilizarse.

El sonido recorrió los oídos de los Liberados y ellos reaccionaron realizando posiciones defensivas con sus armas. A pesar de intentar rastrear el origen de la pelea, no encontraron la dirección exacta.

Hubo múltiples individuos que se habían refugiado en varias edificaciones destruidas, relativamente aceptables, que les permitía abrigarse con sus sobras, y por el susto del impacto incógnito tuvieron que salir asustados y/o alertados. Eran iguales a un panal de avispas molestados por una piedra. Ellos evitaban espacios estrechos y de escasa visión.

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