Después de la batalla

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Los agentes siguieron su camino sin detenerse. Caesar y los hermanos los vieron escapar hasta hacerse invisibles. El silencio no pudo disfrutar nada porque Sophia lo ahuyentó de los alrededores.

—¡Caesar, muchísimas gracias por venir a salvarnos! —dijo, yendo donde el animal para cobijarlo con sus brazos, manchándose de sangre en consecuencia, pero no le importó—. No quería estorbarte en tu pelea, lo siento mucho.

—[No te preocupes, hubiera venido sin que lo pidieras. Benjamín tiene el nivel suficiente para pelear con uno, pero tú estabas en riesgo] —comunicó, sin el lenguaje de señas, sino con los labios— [Aunque es una lástima que huyera mi el platillo principal. Hasta le dije que me lo comería].

Sophia, al mirarlo, alzó una ceja, reflejando confusión. —No te entiendo bien. No sé leer los labios —confesó—. ¡Enséñame! ¡Quiero verte comunicarte así de ahora en adelante!

—Si eso quieres, yo seré el que te ayude —Se integró Benjamín en la conversación—. Y eso sería en otra oportunidad. Hay que marcharnos de aquí con prontitud.

Él recordó qué iban a hacer antes de que aquellos agentes aparecieran y los atacaran. Ya faltaba poco para que el tiempo acordado entre el grupo acabara, por lo que debían marcharse.

Benjamín absorbió el Origen cuantificado que botó el cuerpo del que asesinó y Caesar buscó los suyos. Además, no olvidó arrancar la cabeza del otro hombre y comérselo en el camino, ya que una de sus comidas preferidas era la carne humana, por no decir que la número 1. Con un gesto de aprobación de Caesar, se fueron.

Justo en el lugar donde se dirigían, aparecieron algunos Liberados cumpliendo el acuerdo.

—Oh, ustedes son muy puntales. Todavía faltan unos minutos —Silvia, de esta manera, saludó a la pandilla que vino al punto de encuentro—. ¿Qué tal les fue?

—Imaginé una mejor estimación en mi mente antes de iniciar, sin embargo, no nos fue tan mal —respondió James.

—Qué bien por ustedes. Bueno, esperemos a los faltantes —Ella invitó a descansar.

Los personajes esperados aparecieron precisamente segundos antes de que el tiempo terminara. Gunnar y Silvia se levantaron sorprendidos al ver cómo estaba Caesar. Se fueron directamente hacia él para pedirle explicación.

La que narró lo sucedido fue Sophia, quien tenía un don a la hora de expresarse. Ella contó de pies a cabeza la historia, sin rellenos ni exageraciones. Gunnar y Silvia permanecieron callados y muy analíticos con cada palabra que escuchaban.

—Caesar, pensé que podías darle una paliza a Malcom sin que terminaras así —pronunció Gunnar.

—[Hermano, la pelea estuvo muy interesante. Pude absorber el Origen en mi cuerpo, que estaba atascado, y probé un par de técnicas mediante avanzaba la batalla] —dijo, con claro brillo de emoción en sus ojos—. [Tengo que admitir que ese sujeto es muy fuerte].

—¿Era necesario que quedarás así de grave?

—[Sí. Actualmente estoy más que listo para retarte]. 

—¡Oh, por Dios! ¡Caesar, estás comunicándote ahora con los labios!

Silvia interrumpió, exclamando emocionada. El tema había perdido importancia para ella cuando supo que el chimpancé podía tratar a Malcom como un muñeco y su interés se postró en el nuevo método comunicativo.

La siguiente en participar fue Sophia, la niña también expresó su encanto por este hecho y pidió que le enseñara, alegando que tomaría clases de ella y de Benjamín. No quería hacerle perder demasiado tiempo a su hermano, así que lo quiso dividir entre ellos dos. Silvia no tuvo inconvenientes y las clases iniciaron apenas le dio el brazo de Gregor al chimpancé de regalo.

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