Los testigos de la aparición de la Pesadilla y su impactante asesinato causó una noción de parálisis de tiempo en ellos. Los engranajes de las mentes de todos se les habían atorado. A muchos se les dificultaba respirar a pesar de que los instintos de supervivencia enviaban alarmas ardientes de peligro por la presencia del monstruo.
Nadie exageraba en sus impresiones, puesto que conocían quién era la persona muerta, el prestigio y su poder individual. Por supuesto, entre los reunidos destacaban dos personas en particular, quienes conocían a Malcom más y experimentaron el poder máximo expuesto por él, a diferencia de los demás. Por obvias razones, sus nombres respondían a Robert y Marcus.
Cuando el tiempo volvió a la normalidad, inició la reacción de los Liberados a semejante circunstancia delicada. Ahora, ya eran conscientes de que tenían la tijera posicionada para cortar el hilo de sus vidas con un simple paso en falso, o en otras palabras, un movimiento y adiós.
—¡Matthew! —rugió Gabriel.
De forma sorpresiva, la primera actuación no vino por parte de los agentes o Gunnar y su combo, sino del último grupo que apareció. Gabriel tenía presente la importancia de presionar al enemigo hasta desorientarlo, es más, les urgía esa necesidad.
El arquero descifró la intención del llamado. Dando lo mejor de sí para prevenir la intercepción del enemigo, movilizó los brazos a la mayor velocidad posible y agarró el arco simultáneamente con la flecha.
—¡Toma! —gritó, poniendo su corazón y anhelo en acertar. Los cielos estuvieron con él porque dio en el blanco.
Apenas que la flaca tocó la Pesadilla, surgió una luz que irradió los alrededores en una milésima de segundo. Y... Se produjo una explosión semejante una enorme bomba de TNT.
Las personas presentes se dispararon en distintas zonas de inmediato. Caesar fue cargado por Silvia. Ella y Gunnar reaccionaron igual de rápidos que el grupo de Gabriel, incluso sin tener conocimiento de las características del arma disparada.
—¡Dios mío, qué peligroso fue eso! —exclamó Sophia. Yacía tirada y abrazada con Benjamín en una pila de escombros, porque él se la llevó consigo y no pudieron escapar con sutileza—. Gracias, hermano.
El joven ignoró el agradecimiento y se centró en evaluar el entorno. "Qué arma temible. Lo tenían bien guardado", pensó.
Mientras los hermanos se ponían de pie y subían la guarda, en otro sector, Gunnar y Silvia estaban preocupados por el chimpancé. Después de librarse la explosión, la rubia bajó a Caesar del hombro y desde ese momento su comportamiento cambió. Él se descontroló otra vez e intentó volver hacia el lugar donde el monstruo había sido golpeado con la flecha.
—¡¡Debo matarlo!! —rugía como loco. Su semblante estaba inyectado en furia—. ¡Aaargh!
Aunque Caesar se mostraba dispuesto a enfrentarse al intimidante enemigo, el ataque interno que sufría lo acosaba sin descanso. Claramente, sus condiciones no eran óptimas para pelear.
—¡Detente, por favor! —suplicó Silvia, abrazándolo por la espalda. Era lo único que se le ocurrió.
—¡Suéltame! —El animal agarró los brazos de ella y ejerció fuerza. Lentamente se fueron abriendo hasta casi deshacerse del abrazo. Cuando tenía la victoria en sus manos, alguien lo detuvo.
—¡¡Basta, Caesar!! —Gunnar expulsó el gritó más fuerte durante los últimos 4 años. Caesar y Silvia se sorprendieron mucho, jamás lo habían visto así.
Obteniendo la atención deseada, Gunnar caminó hacia el chimpancé y luego... le impactó una fuerte cachetada.
El sonido del golpe viajó por todas partes, incluso Sophia y Benjamín no fueron la excepción y prestaron atención en el origen del impacto. Cuando vieron la escena, las cejas se alzaron de sorpresa en ambos.
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LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN
Science Fiction[LIBRO 1 TERMINADO] [EN PROCESO DE EDICIÓN] ¿Qué pasaría si el mundo tal y como lo conoces se destruye frente a ti? ¿Te imaginas con la capacidad de destruir un automóvil de un solo golpe? ¿De poder recordar cada uno de los momentos de tu vida? Añ...