En el interior de la mansión, Gunnar, Silvia y Caesar se dirigieron al lugar donde antes estaba la cocina y ahora una tremenda variedad de armas de todo tipo. Algunas de ellas ya estaban tiradas en ciertas partes porque habían sido utilizadas por la rubia en el anterior enfrentamiento con las llamadas Pesadillas. Entre el montón de desorden era visible una ametralladora ligera destruida en la parte delantera por algún tipo de objeto punzante, posiblemente de las garras de un monstruo.
La nueva apreciación de Gunnar le hizo recrear la escena con más detalle, pero se abstuvo de hacer comentarios y tampoco se sorprendió.
Seleccionaron las armas que más les convenían. Por su parte, Gunnar guardaba en su espalda dos espadas cortas japonesas con su vaina, más otra arma pesada del mismo diseño que la que tenía en París. En otras palabras, desechó aquellas y tomó otras de mejor calidad.
Silvia tomó dos pistolas, una espada y una gran bolsa. Por último, Caesar cargó una barra de metal de 25 kilos y 1,5 metros de largo, con la capacidad de convertir los extremos en una estaca o en cuchillos letalmente afilados.
Cada uno de ellos estaba totalmente preparado tanto en las distancias cortas como en las largas, a excepción del chimpancé, que solo eligió una.
El trío portaba trajes negros flexibles que se ajustan al cuerpo de la persona para mejorar sus defensas, y también guardaban algunos objetos para situaciones de emergencia. El primer objetivo era no ser vistos y salir del lugar.
—¿Qué le pasó a Sara? —preguntó Gunnar por la ausencia del sistema.
—El agente le colocó un dispositivo dañino que la destruyó, supongo que prefirió no dejar huellas —respondió la mujer.
—Lo entiendo. Ese método sería el modus operandi que utilizan para ser más eficientes, porque también tienen a su disposición una herramienta que les ayuda a manipular o borrar la mente de las personas a su conveniencia. Hay que tener cuidado.
—¿Una herramienta?
—Sí, pensé que podrías tener algún tipo de conocimiento, pero veo que no es así. Te lo explicaré más tarde.
—Ok. Por otro lado, me parece raro que no tenga información ni siquiera de ese objeto, siendo yo un agente del FBI muy profundo. Además, esos tipos en vez de ayudar lo que hacen es "limpiar" todo.
Gunnar se esforzaba por encajar las piezas. Los altos mandos del país y los demás eran los que movían los hilos en la oscuridad, como si quisieran desesperadamente cegar al mundo. Olía a algo turbio y cruel a gran escala.
—Seguro que nos tienen fuera de sus planes, así que debemos hallar una forma nosotros mismos si queremos seguir vivos, Silvia —concluyó.
Juntos abandonaron la casa y se escabulleron por los patios vecinos. La policía seguía rodeando fuertemente el lugar y el número aumentaba. La forma de escapar de allí era crear un señuelo.
Silva bajó morral que traía en la espalda y sacó un dron. Lo activó y lo hizo volar a cientos de metros. Entonces, una explosión sacudió el barrio. Las autoridades y la gente de los alrededores se quedaron atónitos.
Momentos después, la policía fue a investigar y el trío no perdió la oportunidad. Corrieron sin parar, buscando un hueco por el que pudieran escapar, y lo consiguieron. Sin embargo, no era tan sencillo: 6 policías vigilaban el espacio.
—¿Los matas tú o los mato yo? —preguntó Silvia.
—Son míos. Será rápido.
La suerte de los hombres que tenían delante se había agotado. Estaban en el momento y el lugar equivocado. Hoy les visitaría la muerte.
Gunnar apuntó con el rifle de asalto en modo silencioso al hombre que yacía fumando un cigarrillo relajado, como si hoy estuviera descansando. Apretó el gatillo y la bala voló hacia la cabeza.
Sin detenerse, seleccionó la siguiente víctima y ocurrió lo mismo. La secuencia de disparos fue tan rápida que sería difícil creer que se tomó el tiempo de apuntar con precisión.
Los 4 restantes temblaron semejante a una gelatina y apuntaron a todos los lados, incapaces de encontrar el paradero del enemigo.
Antes de que pudieran pedir refuerzos para alertar a más policías, murieron uno a uno sin que Gunnar fallara un tiro. Entonces ordenó al resto que aceleraran el paso.
Corrieron entre los cadáveres y escaparon. Siguieron corriendo y alejándose de la zona. Antes de camuflarse en la calle, Gunnar desmontó su rifle ante la imposibilidad de esconderlo y metió las piezas en el gran bolso de Silvia.
A la mujer le costó un poco cargarlo todo, ya que también había muchos cartuchos dentro y no se había recuperado de las heridas por completo, así que le dio a Gunnar una pistola junto con el morral. Caesar presionó algo en la varilla de metal y esta se redujo a 30 centímetros.
—Caesar, ¿crecerá tu brazo? —Silvia tomó la iniciativa de hablarle por primera vez desde que terminó la pelea.
El chimpancé agitó las manos y ella no entendió, por lo que le dijo a Gunnar que tradujera.
—Ha dicho que sí, sin embargo, puede durar días.
Silvia sonrió al animal por la buena noticia y sin más palabras caminaron hasta que 5 minutos después tomaron un taxi que los condujo a un hotel. Tenían que descansar y planear qué hacer.
Se alojaron en uno alejado de la mansión. Las heridas de Silvia y Gunnar no llamaban tanto la atención como el particular chimpancé blanco y su brazo cortado, aun así, no pasó de miradas disimuladas.
Lo primero que hicieron fue bañarse, curar sus heridas y, finalmente, comer. Luego, allí en el comedor, inició una conversación.
—Ahora que no tengo a Sara, extraer información se ha convertido en un problema para mí. Con tiempo podría resolverlo; sin embargo, eso es lo que no tenemos —habló Gunnar mientras cortaba un filete. Su búsqueda de la verdad de la muerte de sus padres también se volvió incierta—. Si no recuerdo mal, el Divino Espejo me dijo que era demasiado débil para conseguir más información, así que ya sabemos el camino a seguir para conseguirla.
—Yo también pensé lo mismo, hay que crecer. Poseo una fuerza que todavía no he explorado bien el rango máximo y a pesar de eso, no me ha llegado ninguna información. Primero recuperémonos de nuestras heridas y luego sigamos con el plan.
Silvia dio el consejo más sensato y durante los 10 días siguientes el trío se tomó un merecido "descanso".
Gracias a los avances de la medicina, las heridas se curaron sin dejar cicatrices. Por otra parte, el brazo de Caesar había crecido por completo al octavo día, un caso que sorprendió realmente a Silvia, aunque ya había sido informada de antemano.
"La increíble capacidad de regeneración de ese chimpancé no es ningún juego", pensó ella.
Durante este periodo, Gunnar eliminó cualquier prueba que pudiera comprometerle. Por ejemplo, la muerte del conductor en París no fue un problema y se limpió las manos, así como el accidente en la mansión. La policía le dijo que hubo un genocidio causado por un grupo de terroristas y que la disputa terminó en su propiedad. Las noticias hablaron de lo ocurrido en todos los canales, no obstante, él nunca fue el centro de nada.
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LA ÚLTIMA DEFENSA DE LA CREACIÓN
Science Fiction[LIBRO 1 TERMINADO] [EN PROCESO DE EDICIÓN] ¿Qué pasaría si el mundo tal y como lo conoces se destruye frente a ti? ¿Te imaginas con la capacidad de destruir un automóvil de un solo golpe? ¿De poder recordar cada uno de los momentos de tu vida? Añ...