Pasan los Días

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Espero que les guste~

Nota: Creo que a veces los personajes no se parecen a nada al canon xD

Macaque guardo la canica en un lugar seguro dentro de su cuarto, sintiendo un ligero cariño cada vez que la veía.

Las semanas pasan y las visitas repentinas del niño terminan siendo uno de sus momentos favoritos del día, a pesar de que nunca logra sacar una sola palabra del menor y no hacen nada mas que comer juntos en silencio pero realmente no le importa. Algo en su instinto le grita que tome al niño y lo meta a su departamento para que tenga una vida llena de comodidades, quizás malcríalo, solo queriendo que el niño estuviera en un lugar seguro y cálido pero no puede hacer eso, no con el riesgo de quizás asustar al menor.

Mueve las orejas, escuchando lo que ahora son familiares pasos, pudiendo reconocerlo con vergonzosa rapidez. Negara ante cualquiera en este mundo que movió la cola con animo y que fue rápido en usar su glamur para verse como humano, ya caminando hacia la puerta y abriéndole, deteniéndose en seco al verlo.

-Oh, chico...- el menor se ve cansado, con moretones nuevos y visibles en sus brazos, una de sus mejillas roja como si alguien lo hubiera golpeado recientemente. Se agacha, mostrando un pequeña sonrisa, usando todo su autocontrol para no gruñir. Alguien había lastimado al niño y ese mismo alguien iba a pagarlo muy caro, se iba a asegurar. -...no tuviste un buen día hoy, ¿eh?- el menor lo mira con tristeza y niego lentamente, haciendo un puchero, tiene los ojos acuosos y luce como si quisiera llorar pero ninguna lagrima cae por el momento. Macaque extiende su mano, con la sola intensión de apoyarla en el hombro ajeno, sorprendido cuando el menor de repente agarra su mano. Sus pequeñas manos tiemblan y su agarre es ligero pero se aferra y el mono se lo permite, dándole un suave apretón, esperando que el chico pudiera sentirse confortado. Es la primera vez que no comen juntos y solo disfrutan de la presencia del otro, en silencio, cuando el niño lo suelta y lo mira con pena, alejándose después de despedirse con una pequeña sonrisa y un ligero ademán. El mono lo ve irse, el instinto anterior solo haciéndose más fuerte. Quiere a ese chico dentro de su departamento, lo quiere en su vida, y espera poder hacerlo lo más pronto posible. Se levanta y vuelve adentro, dispuesto a seguir con su día. Quizás, la próxima vez que se vieran, las cosas saldrían mejor.

Pero después de eso, no ve al chico por unos cuantos días.

Se obligó a sí mismo a no preocuparse en la primer semana pero todo eso se va al diablo cuando la segunda semana se completa y sin admirarlo en voz alta, ya está algo desesperado cuando va por la mitad de la tercer semana. Se está preparando para enviar clones a buscar por la ciudad mientras em se queda en su teatro por si las dudas, cuando entonces lo escucha. Pasos rápidos y torpes que se acercan, pasos que ha aprendido a reconocer. Se mueve antes de pensarlo hacia la puerta de emergencia, apenas recordando usar su glamour para disfrazar su apariencia de mono, abriendo la puerta y sintiendo un momentáneo alivio al ver a quien había estado esperando, solo para que la preocupación lo inundara al ver su estado.

-Oh no...- el chico se ve pálido, con las mejillas rojas y ojeras tan oscuras bajo sus ojos que se ven como moretones. Jadea y se cubre la boca para toser, el mono haciendo una ligera mueca ante el sonido húmedo de aquella tos. -Niño...- llama y es entonces que el menor levanta la vista para mirarlo, mostrando un lenta y temblorosa sonrisa. Se agacha y extiende las manos lentamente, sin querer asustarlo. -...déjame ayudarte...- siente que está suplicando pero no le importa, su única preocupación ahora es meter al niño adentro y ocuparse de su obvia enfermedad. El menor lo mira, casi como si lo estuviera pensando, y después de unos segundos de silencio, cierra los ojos y simplemente cae. Macaque se apresura a atraparlo, acunándolo entre sus brazos sin importarle la suciedad, más preocupado por la fiebre que puede sentir que viene del menor y más aún de su bajo peso.

Se adentra a su teatro, haciendo un clon para que cerrará el lugar sin importarle que tiene aún otro show en poco tiempo, corriendo para ir a su departamento en la parte de arriba. Hace un rápido nido en el sillón, dejando ahí al menor, yendo directamente a sus libros para buscar una receta en particular, moviéndose rápidamente. Es una poción, una vieja y que va a desaparecer la fiebre, incluso ayudará al débil niño a curarse más rápido. Lo prepara rápidamente y vuelve con el menor, alzándolo ligeramente. El chico no se despierta, aunque hace pequeños ruidos de queja. -Vamos Kid, tómalo- acerca el borde de la tasa a la boca ajena y la inclina suavemente. Cuesta pero logra que el chico beba y luego lo vuelve a recostar, tapándolo, decidido a dejarlo descansar. Se queda cerca, rondando, su instinto diciendo que debía quedarse cerca por precaución.

Pará la noche, la fiebre ha desparecido por completo y la respiración del niño es mucho mejor, aunque aún tose y se queja, de seguro adolorido.

En la mañana, el mentó se despierta y bosteza ampliamente mientras se sienta, parpadeando, abriendo los ojos con sorpresa mientras mira a su alrededor. Parece confundido y asombrado, aunque para alivio del mono no se ve molesto o asustado.

-Hey, Kid...- llama, mostrando una sonrisa cuando el menor se voltea a verlo. -...¿Te sientes mejor?- el chico tose y carraspea pero sonríe y asiente. Macaque suspira con alivio y se acerca, sentándose lentamente en el sillón. -Que te parece si te damos un baño y luego comemos algo, ¿eh?- el castaño parece sorprendido ante eso y no ofrece ninguna respuesta pero toma la mano que el mayor le extiende y se deja guiar hasta el baño.

El niño no se queja al ser metido en la bañera, sonriendo con ojos brillantes mientras juega con las burbujas, dejando que Macaque se encargará de su cabello. Se encarga de deshacerse de los nudos, los insecto y la suciedad, lo hace con suavidad y tranquilidad.

Y mientras hace eso, viendo al pequeño humano que lo había conquistado de alguna manera tan sonriente por simples burbujas, puede sentirse repentinamente completo y con su instinto mucho más tranquilo. Logró meterlo a su departamento, sólo falta lo demás.

Papa MacaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora