Donde Lily Evans no puede ni ver a Sirius Black sin tener que hacer los ojos hacia atrás pero que con el tiempo terminó siendo a la única persona que quería ver y a la única que teniendo enfrente hacía su corazón latir como nunca antes.
Donde Sirius...
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El Año Nuevo lo he pasado de maravilla con mi familia. Petunia volvió a ser la de misma, ha estado distante los últimos días pero se que no es del todo por mi, sino porque tuvo un problema con Vernon y como siempre, eso le afecta emocionalmente y todos salimos perdiendo debido a ello. Pero bueno, fuera de eso, papá ha estado mejor y pude pagar de todos sus medicamentos con mis ahorros. La mitad se fueron en pastillas, la otra mitad en la chaqueta de Sirius pero vaya que valió cada centavo.
Estaba en estos momentos yo llegando a la estación de trenes y lo vi llegar junto con sus amigos. Tomando de los hombros de James y agitándolos mientras los dos se atacaban de la risa y Peter y Remus iban viendo una revista juntos. Mientras todos los demás llevaban un suéter que era muy tierno y bonito, Sirius era el único con su chaqueta y debajo una camisa con el logotipo de Queen. Sonreí como una boba enamorada cuando lo he visto. Quise en serio ir a hablar con el pero no hallaba una buena excusa.
- Lily Evans ¿verdad? - me asusté de inmediato cuando escuché una voz y voltee atrás mío. - nos toca sentarnos en el mismo cubículo. - la miré con el ceño fruncido. - somos prefectas.
- cierto, hola. - si la reconozco, obviamente. Es una chica preciosa, y la más inteligente en su clase. Bueno, al menos en su casa que es Slytherin. Creo que por ello la tengo muy presente, porque es básicamente yo pero de otra casa y creo que mil veces más bonita y popular pero el punto aquí es que a veces es todo un dolor de cabeza lidiar con que ella tenga a veces mejores notas que yo. Felicia Foster es perfecta y recuerdo bien que también juega quidditch.- ¿nos vamos de una vez?
- si, vamos. - Ella sonríe y las dos entramos al expreso, cuando justamente va pasando James en ese momento y me saluda.
- buenos días Evans, como siempre una grata sorpresa el encontrarte. - le sonreí, porque vaya que ver a James aún sigue siendo agradable. Creo que puedo decir que por primera vez en toda mi vida lo veo como un amigo. Solo vi como Felicia se va hasta el fondo del expreso para irse de una vez con los demás prefectos. - ¿buscas a Remus?
- a decir verdad, si, tendríamos que irnos ya a sentar y... - guardé silencio una vez que Sirius se ha mostrado y quise sonreír como una tonta enamorada pero claro que me contuve.
- acaba de irse a buscarte justamente, creo que ya fue a sentarse al cubículo con los demás niños que se creen perfectos. - lo miré molesta por ese comentario y más porque James se atacó de la risa pero sintió el impuso de tomarme y acercarme a él pero vaya que se arrepintió, se dio cuenta de que no estaba actuando y que no me estaba tratando como una amiga más y lo primero que hace es lanzarme a los brazos de James. - ¿la acompañas?
- um... - no se qué pasó realmente en ese momento por la mente de James pero vaya que estaba todo sonrojado y me suelta. - iré mejor a buscar a Camille ¿de acuerdo? Los veo al rato.
- ¿qué rayos te pasa? - le empujé a Sirius y el aprovecha para mejor meterme a un cubículo y cerrar la puerta con llave. - espero y estes consciente de que en cualquier momento alguien va a querer entrar porque ya vamos de regreso y... - me calla con un beso, uno el cual normalmente me pondría muy molesta pero claro que hoy no fue así. Lo extrañé, claro que lo extrañé y mucho y deseaba con las mismas ganas este beso. Tomando del cuello de su camisa, lo llevó al fondo del espacio en el que estábamos para pegar mi espalda con la ventana y el aprovecha para pasar sus manos por todo mi cuerpo. Vaya que lograba ponerme en un humor que nunca nadie antes había logrado. El desearlo, el necesitar urgentemente sus besos y sus manos cálidas y firmes sobre mi piel. Porque si, siempre pasaba su mano por debajo de mi camisa y me acariciaba toda la espalda baja y el abdomen. Empieza a hacerme el cabello a un lado para que pudiera despejar mi cuello y aprovechando el que estaba muy ocupado besándolo, hablé.
