Para cuando quise darme cuenta, mi gran día había llegado y mis padres, junto con Damon, Mary y mi hermano me despertaron pronto en la mañana gritándome un "Feliz cumpleaños" con una pequeña tarta de chocolate blanco. Había un par de manitas en la tarta, lo que significaba que mis hijos no habían sucumbido a la tentación de intentar probarla antes que su madre y me reí por la imagen que se había creado en mi cabeza.
Aún estaba en la cama con mis hijos, que estaban aún en su pijama. Tarde lo mío en salir de la cama para ducharme. Hoy me sentía genial y se lo haría saber a todo el mundo que pasara por mi lado.
Una cajita de madera estaba en mi cama cuando salí del baño. La abrí y había otra cajita de plástico con las dos rosas, pero había una nota más grande y fuera de la cajita.
"Feliz cumpleaños!
Hasta dentro de unas horas princesa."
Leer esa última palabra me dio un escalofrió; solo había una persona que me llamaba así y desde hacía casi dos años que no la había escuchado decir. Aun así, no deje que aquello quitara mi sonrisa de la cara, asique baje feliz por las escaleras. En la cocina se encontraban los Durant, junto con Kelly y Kian.
- Felicidades!- gritaron estos al verme.
Y justo después tenía a Kelly abrazándome y llorando mientras que lo hacía. La echaba de menos, no lo negaría pero aun recordaba su traición, era mi mayor secreto y se lo había confiado a ella y a su hermano. Le devolví el abrazo mientras que lagrimas empezaban a salir de mis ojos. Sabía que si volvíamos a ser amigas las cosas no serían iguales, pero aun así, estaba dispuesta a aceptarla en mi vida de nuevo, sin pensar en las consecuencias.
Traía la cajita de plástico en mis manos y la deje frente a la ventana con el resto de rosas que había estado recibiendo. Estaba muy nerviosa por saber quién era aquella misteriosa persona, que ahora estaba segura era un hombre.
Después de desayunar tarta y vestir a los niños con sus mejores trajecitos, nos dispusimos a salir de la casa para ir a pasar el día en la casa de los Durant, ya que esta era más grande que la de mis padres. Hicimos una barbacoa, como siempre que íbamos y nos hicimos muchas fotos. En una esquina de la sala había un montón de cajas apiladas envueltas con papel de regalo.
- Podría llamar a Jonah para que pasara la tarde con nosotros?
- Claro cariño, llama a quien tú quieras.- dijo Bárbara.
No tenía o quería llamar a nadie más aparte de mi amigo. Este al instante acepto y me dijo que a las cinco saldría de trabajar y se pasaría un poco más tarde para la hora de cenar.
Mi madre horas después me mando al cuarto a cambiarme y alistarme pero me aviso de que no saliera hasta que ella me llamara y así lo hice. Acababa de salir de la ducha y me acorde que la caja con mi atuendo estaba en la sala asique abrí un poco la puerta y le pedí a mi madre que me la trajera con un grito, ya que no podía salir de la habitación.
Una vez me la trajo, se fue y me dejo sola con mis nervios. Abrí la caja y me encontré con una pequeña nota, típico de la persona que me estuvo enviando las rosas durante estas dos semanas.
"Querida Alison, si estás leyendo esto, debería de significar que tu cumpleaños llego y que dentro de poco nos volveremos a ver. Sé que estarás hermosa con la elección de ropa que elegí para ti porque como te dije, te conozco casi mejor de lo que tú te conoces, asique ponte guapa y estate lista para la sorpresa de tu vida. Después de esta noche, nada será igual."
Leí la carta varias veces y después de un segundo quite la pequeña tela que cubría mi regalo. Un blanco vestido apareció frente a mí; no tenía mangas pero en mi pecho dejaba mi piel al descubierto con una forma de corazón. Era pegado en la parte de arriba y cuando llegaba a mi cintura se soltaba dejando parecer que llevaba un tutu de bailarina de ballet, pero en realidad era hermoso. El vestido llegaba hasta el suelo haciéndolo ver perfecto, la verdad que quien lo hubiera elegido si me conocía perfectamente. En la caja también había unos zapatos de tacón blancos y dos cajitas más pequeñas. Las abrí y me encontré con un pequeño colgante simple que en el medio tenía un pequeño diamante y una pulsera a juego con este.
Lagrimas amenazaban con salir pero no lo permitiría, nada de llorar en mi día; mañana ya lloraría lo que quisiera.
Escuche la puerta y un escalofrió me recorrió el cuerpo. Segundos después alguien tocaba mi puerta y solo después de un adelante de mi parte la puerta se abrió, dejando ver a un Jonah con un traje. El tan elegante como siempre.
- Wow!- dijo este al verme.
- Hola.- dije con una sonrisa tonta en mi cara.
Era el primero que me veía con mi atuendo y aun no estaba lista; solo me faltaba maquillarme y lo hice mientras que Jonah me intentaba tranquilizar. Él sabía sobre esta misteriosa persona que asistiría porque se lo conté. Durante estas semanas habíamos intentado pensar quien podría ser, pero nadie venía a nuestras mentes asique nos dimos por vencidos. Seguimos hablando una vez que estuve lista y como no, tuvimos que sacarnos una foto para inmortalizar el momento.
El sonido de una moto me alerto, mire por la ventana y vi que se metía hacia la casa de los Durant, pero después no vi nada. Una parte de la casa me tapaba la vista de donde se encontraba la moto y su ocupante. Mi corazón parecía que saldría de mi pecho en cualquier momento. Escuche la puerta de la entrada abrirse y segundos después cerrarse y ahí supe que tendría que bajar, cuando un grito de mi madre llamándome me alerto, sacándome de mi mundo.
- Alison baja!- escuche desde la habitación.
- Hora de la verdad. Por favor, no dejes que me caiga cuando me desmaye.- dije agarrándole del brazo a Jonah.
Él me sonrió y nos dirigimos hacia la puerta. Este la abrió y después de salir espere a que se encontrara conmigo de nuevo antes de andar los pocos pasos que me separaban de la esquina que daba con las escaleras principales. A cada paso que daba mi respiración se aceleraba aún más, solo los apretones de mano de mi amigo me relajaban momentáneamente.
- Relájate si? Seguro que cuando veas a esa persona saldrás corriendo por las escaleras y le abrazaras. Los nervios que estás pasando no habrán valido la pena.
Ya estaba a pocos pasos de la esquina y no quería llegar, un mal presentimiento llego a mí y quise salir corriendo y no saber quién era aquella misteriosa persona. Cuando me encontraba en lo alto de las escaleras mire hacia abajo donde se encontraban todos, pero una persona llamo mi atención y mis ojos se nublaron. Sabía que era la persona misteriosa porque llevaba rosas blancas en su mano y una gran sonrisa que contagiaba a cualquiera que la viera.
Había cambiado desde la última vez que le había visto; ahora sus brazos ligeramente más musculados, estaban cubiertos por algún que otro tatuaje. Su cara parecía de una persona mayor a la que era, sus rasgos más masculinos y más adultos.
Todos me miraban esperando una reacción de mi parte, pero mi corazón se había parado, mis músculos no se movían, estaba atada al suelo y mis pies no reaccionaban. Nunca pensé que el seria la persona quien me daría la sorpresa.
Sus ojos estaban clavados en mí desde el momento que me deje al descubierto a los ojos de todos los que se encontraban detrás de él. Miro mi atuendo y sonrió al ver que era lo que él había enviado en aquella caja.
- Alison?- pregunto el llamando mi atención.
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El dolor con amor se cura ©
RomanceAlison, una joven que está en último curso del instituto, atraviesa una mala etapa después de que su novio Ángel, con el cual había estado casi toda su vida sufriera un trágico accidente de coche después de discutir con ella y falleciera. Ella cree...