Maranton 1/2
Desperté después de no sé ni cuanto tiempo de haber dejado de sentir. Ahora los dolores no estaban y tenía la sensación de estar vacía; cuando me fije, me di cuenta de que me encontraba en una habitación. Mire para un lado y vi a mi madre dormida en un sofá que no parecía muy cómodo.
- Mama?- dije con un tono bajo para no asustarla.
Aun así ella dio un pequeño brinco en el sofá y me miro, sonrió y se acercó a mí.
- Mi niña, por fin despertaste, nos tenías muy preocupados. Como te encuentras?
- Algo cansada. Que paso?
Mire a mi alrededor y a mi barriga y vi que esta desapareció pero que mis pequeños no estaban en la habitación conmigo y provoco que mi vista se nublara por las lágrimas.
- Que te pasa? Te encuentras mal?- dijo mi madre con voz preocupada.
- Dónde están?- dije mientras intentaba parar las lágrimas. Mi madre puso una mueca y yo ya me temí lo peor- Dónde están?! Damon! Mary!
Vino una enfermera, me supongo que al escuchar los gritos y me suministro un calmante para que me relajara, no fue muy fuerte ya que al de un corto tiempo mi madre pudo volver a entrar y contarme que los niños se encontraban en la incubadora al haber nacido con algo menos del peso de lo debido.
Eso me tranquilizo, aunque yo quería verlos, quería tenerlos junto a mí, quería sentirlos. Eran el mayor regalo que la vida me dio de un amor que nunca moriría.
- Podría verlos?- le pregunte a una enfermera que se encontraba a los pies de mi cama revisando papeles.
- Mas tarde ya te los bajaran, y mañana podréis iros a casa.
Era una joven de un pelo castaño que le llegaba a las caderas, no tendría más de veinticinco años, fue mi enfermera durante los dos días que estuve en el hospital y siempre hablaba conmigo cada vez que tenía un rato y me ayudaba con los niños.
Cuando me los bajaron un sentimiento jamás sentido se depositó en mí, era algo indescriptible, esos dos pequeños que habían habitado en mi barriga durante 8 meses, ahora se encontraban conmigo, en mis brazos y nunca jamás me separaría de ellos.
Llore cuando me pusieron a la pequeña Mary en mis brazos, me acorde de Angel y de cómo se perdió el nacimiento de sus hijos, no podría disfrutar de su vida, de su tiempo en la escuela, de sus amores y desamores, de su felicidad y su tristeza, no podría ver nada de lo que yo viviría, sola, por mucho que tuviera a su familia y a la mía que sé que me ayudarían en todo lo posible, pero eso no sería suficiente.
Me sentía muy débil asique tuve que darle a la enfermera a la niña y un sentimiento horrible se posó en mí, no podía tener a mis hijos en brazos, me sentía horrible por sentirme débil, ahora no me sentía con fuerzas como para protegerlos y dependería de todos los de mi alrededor para cuidar de ellos e incluso de mí.
Al día siguiente a la mañana, antes de la hora de comer, los recién estrenados tíos vinieron en mi busca y mientras Kelly llevaba a los niños en sus respectivos cucos, Bryan empujaba la silla de ruedas donde me encontraba sentada. Fue doloroso sentarme en el coche y mantenerme callada durante todo el tiempo.
Me llevaron a casa de mis padres y sin decir nada, me fui a mi cama, estaba cansada y habían retenido demasiadas lágrimas durante esos días que me encontré en el hospital. Quería a Angel en mi vida, lo echaba de menos y necesitaba de su amor, sus abrazos que me quitaban de cualquier sentimiento negativo que tuviera, sus besos, su risa...lo necesitaba demasiado en mi vida. Llore por horas, sabía que me escuchaban pero no quería que nadie interrumpiera este momento, necesitaba desahogarme y odiaba que siempre alguien de mi entorno tuviera que dejar de hacer sus cosas, parar su vida por unos instantes o incluso horas, hasta que yo hubiera acabado de sentirme horrible y dejara de llorar para acabar dormida en mi cama.
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El dolor con amor se cura ©
RomanceAlison, una joven que está en último curso del instituto, atraviesa una mala etapa después de que su novio Ángel, con el cual había estado casi toda su vida sufriera un trágico accidente de coche después de discutir con ella y falleciera. Ella cree...