Capítulo 15

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Maraton 2/2

Una vez que subí al coche, ninguno de los dos dijo nada, y el silencio era algo incómodo, al menos así lo sentía yo. Notaba la mirada de Kian en mí y yo no podía dejar de pensar en cómo podía salir de allí sin antes saber que era todo eso que él dijo en el cementerio.

- Vas a quedarte callada todo el trayecto?- dijo el por fin rompiendo el silencio.

- Es...es que no sé. Hay demasiadas cosas en mi cabeza, lo siento.

- Si me imagino, y después de lo que me escuchaste decir no me sorprende.

- A dónde vamos?- dije intentando dejar aquel tema por unos instantes.

- A un lugar especial para mí, donde podremos hablar sin interrupciones.

Después los dos nos volvimos a quedar en silencio mientras el conducía hacia no sabía dónde. Estábamos en las afueras de la ciudad, de repente se detuvo frente a una casa con un gran jardín y salió del coche. Yo seguía sentada, mirando a mí alrededor sin saber qué hacer. Una parte de mi me decía que me quedara y escuchara lo que tenía que decirme y por otra parte quería salir corriendo, no sabía mucho de Kian, teníamos una relación un poco extraña ya que solo se mostraba amable cuando Angel estaba cerca o podía vernos, pero ahora él no está y este está siendo demasiado amable, me asusta eso. Sin darme cuenta estaba con los pies en el asiento y rodeando con mis brazos mis piernas y temblando como nunca antes.

No me di cuenta de que Kian había abierto la puerta del coche y me miraba desconcertado por mi repentino cambio de actitud.

- Alison, te encuentras bien?- dijo con suavidad para que no me sobresaltara.

- S-s-si.- conseguí decir esa simple palabra después de unos segundos.

- Vamos, creo que no fue una buena idea, te llevare de vuelta a casa.

Eso me asombro. No pude decir nada, estaba en mi mundo pensando en millones de cosas, el cansancio ya era muy evidente en mí y cuando llegue a casa todos vendrán a hablarme y no estaba de humor para nada.

Antes de llegar le dije que me dejara en las esquina, ya que no quería causarle más problemas con mi hermano y el así lo hizo. Después de agradecerle, me paso su número de teléfono para que lo llamara cuando quisiera hablar y eso me desconcertaba aún más. Ese no era el Kian que yo conocía, del que todos me hablaban. Ese era amable y parecía algo cariñoso, sensible y no tan fuerte como aparentaba ser pero no débil.

Cuando llegue a casa fui a la cocina a preparar los biberones y antes de empezar a subir las escaleras escuche como uno de ellos empezó a llorar y despertó al otro haciendo que este también empezara a llorar. Bien; lo que me faltaba, que los dos se pusieran a llorar.

Subí corriendo y como pude los cogí a los dos en brazos y después me senté en un sillón para intentar darles a los dos a la vez su comida para que dejaran de llorar, me fue imposible y me estaba empezando a frustrar demasiado. Acabe llorando mientras que alimentaba a Mary y Damon lloraba en su cuna, cada llanto del niño era una lagrima más que corría por mi mejilla.

Escuche la puerta de la habitación abrirse e intente limpiar mis lágrimas lo más rápido posible mientras miraba a mi pequeña como se tranquilizaba con la comida. Mi hermano entro sin decir palabra, cogió al niño y el biberón y salió de la habitación, y después escuche que una puerta se cerraba, me supongo que se iría a su habitación para no tener que aguantar otra de mis pataletas de antes en el cementerio.

Una vez la niña se calmó y se quedó dormida, decidí tumbarme en la cama individual que había en la habitación y de un momento a otro, mis parpados se cerraron y una calma inundo mi cuerpo.

El dolor con amor se cura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora