Capítulo 43

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Me encontraba frente a la puerta del que provenía el ruido de la música y empecé a tocar la puerta...nada; toque un poco más fuerte y aun nadie habría aunque estaba segura de que tenían que estar escuchando que alguien llamaba por sus risas. Empecé a golpear con fuerza la puerta, mi enfado estaba creciendo a marchas forzadas.

- Maldito cabron abre la puta puerta Kian!

Los golpes en la puerta iban y venían mientras que escuchaba sus risas.

- Soy Alison joder! Abre la puerta Kian!- grite.

De un segundo a otro las risas y la música cesaron y un click se escuchó en la puerta. Esta se abrió dando paso a un Kian con ojos rojos y una mirada perdida, como aquella vez.

- Estas aquí...

- No lo creo Kian...

Lo aparte y entre en su habitación. Los tres pares de ojos que allí se encontraban de igual manera que Kian se fijaron en mi mientras que mi mirada inspeccionaba la habitación, hasta que paró en una mesa de estudio, que obviamente no se estaba utilizando para eso.

Me fui hasta la mesa y cogí la bolsita. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo y unas ganas de consumir me invadieron, pero no podía, tenía que ser fuerte por mis hijos. Gire y me dirigí hacia la puerta donde Kian se encontraba mirándome.

- Esto es lo que querías?! Otra vez Kian!- Grite apoyando la bolsita en su pecho- Lo impedí una vez pero no lo hare dos veces!

La rabia dejo paso a unas manos temblorosas y un picor en mi nariz.

- Bryan!- grite.

La puerta estaba cerrada y mi cuerpo no podía moverse y el tener aquella bolsa frente a mí y teniéndola en mis manos no me ayudaba. Segundos interminables pasaron hasta que Bryan y Ángel abrieron la puerta y este último se quedó mirando la bolsa y después a mí con ojos de desconcierto.

- Vete por favor.

No quería que el viera como estaba actuando porque no era yo la que estaba ahora mismo allí frente a él, era una joven que estaba luchando consigo misma por no quedarse allí y volver a caer en aquel agujero del que consiguió salir.

Las voces se escuchaban lejanas y solo podía pensar en que tenía que ser fuerte, no como la persona que tenía frente a mí.

- No puedo.- decía una y otra vez mientras pasaba mi mano libre por mi frente quitando las gotas de sudor frio que la situación me estaba ocasionando.

No sabía si no podía salir de aquella habitación o si no podía ser fuerte.

- Enana vamos.

Y de un segundo a otro mi visión ya no era Kian y aquella bolsa. Estaba saliendo de aquella casa donde vi a Miranda mirándome con ojos de lastima, seguro por el cambio que había pegado en cuestión de minutos. Cada segundo me sentía más débil, necesitaba salir de aquella casa. Mi cuerpo ahora se encontraba sintiendo escalofríos como si de un segundo a otro la temperatura hubiera caído en picado, pero solo era yo.

- Ángel déjanos a solas por favor.-pidió mi hermano.

Cuando este se alejó mi mente se relajó pero no demasiado, con mi hermano sentía que si quería gritar algo lo podía hacer, pero Ángel tenía una imagen de mí que todos tenían hasta que caí en las drogas.

- Bryan no puedo, yo quiero.- lloraba sin parar.

Este solo me abrazaba y me decía que todo estaría bien, que él estaría conmigo y nunca dejaría que nada malo me pasase. Poco más recuerdo de aquellos días. Mis hijos venían a mi cama en el hotel donde nos encontrábamos y me hablaban mientras mi cabeza estaba ida y solo decía cuanto los quería. Mi hermano preocupado por mi llamo a la clínica y hablo con el que fue mi doctor explicándole lo que pasaba a lo que este le contesto que le fuera a ver cuándo volviéramos. Mis padres nunca se enteraron de lo que me paso, solo cuando les dijimos que el doctor me había citado para una revisión de cómo iba, así podía tapar aquello que paso.

El dolor con amor se cura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora