34. тридцать четыре.

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En una noche de varios clientes... se puede desenvolver así:

El primero fue algo normal.
Me subí a un carro aparcado para mamársela a un hombre en la parte de atrás, mientras Serge esperaba afuera.
Estábamos en una área de estacionamientos subterráneos debajo de una enorme torre en el área centro de Manhattan.
El hombre era joven y parecía un ejecutivo oficinista sin personalidad para ligar porque decía estupideces que no daban risa pero sonreí para no ser grosero, porque para eso estoy...
Chupe esa porquería como si fuera adicto al sexo oral. Según él, fue la mejor mamada que había tenido en su vida y estoy seguro que me grabó.

Después de eso fuimos en Metro y salimos por la calle 42 en el baño público de Bryant Park y de su maletín me dió un cepillo de dientes y pasta dental para estar presentable para la siguiente cita.







El Segundo cliente fue en un hotel lujoso.
Fuimos de nuevo en Metro y esperamos en el lobby en unos sillones de una esquina hasta que nos dejaran subir.
Había mucho movimiento y estaba concurrido. Algunos miraban a Serge porque ese hombre si que llama la atención... Él sobresale porque no encaja. Aunque se vista de traje para estar en lugares como este, nadie le quita su tatuaje de la cara, cuello y de las manos, y no voy a mencionar su mirada de matón.
Creo que, lo que hace que todos lo miren es la cara de malo que tiene.

Subimos en ascensor y Serge me venía diciendo que me comportara, que no podía llorar y que hiciera todo lo que me pidieran... Blah blah.
Me acorraló en una esquina para intimidarme, me agarró el hombro y me apretó tan duro que entrecerré los ojos y me amenazó que si hacía algo raro me iba a partir la madre.
Me apretó las mejillas con la otra mano y me advirtió que no intentara huir porque igual no tengo salida y me están vigilando.
Me dio a entender que es un político famoso y que tenía que complacerlo.
Yo no hice contacto visual con él, y miré hacia un lado y asentí.
Quedé petrificado del miedo.

Por lo que había sucedido la última vez, con el viejo decrépito momia, ahora creen que quiero escaparme; andan poniéndome extra atención a lo que hago...
Además incrementó mi castigo.
No entiendo como se creen que quise huir.

Entramos a lo que parecía ser una habitación grande del hotel; ambos ingresamos y estaba el televisor encendido a todo volumen.
Parecía como si recién hubieran traído el servicio de comida a la habitación. Habían postres pequeños, frutas de las caras en platitos miniatura con yogurt, y sándwich de salmón.
Todo era muy elegante y había una botella de champán en una hielera abierta con copas.
El cliente estaba en el balcón y apenas nos vió, sonrió y su atención se dirigió a Serge.
Ambos se dieron la mano y parecía que se conocían. Creo que mencionaron a Sofía...

Era un hombre mayor, quizás entre los 50, un poco gordo y bajito, en su cabeza le faltaba pelo en el medio.
Se ve amigable.
Llevaba una camisa manga largas blanca y pantalón navy de vestir.
Se nota que es un hombre adinerado.
Imagine algo peor.

- ¡Sergetri! Vamos a ver qué me traes.-

- Trátalo con paciencia, el niño es nuevo y no sabe hablar bien inglés. Solo entiende lo básico. -

Ambos me miraron. Yo no sabía ni qué hacer ni qué decir.
Desvíe los ojos al suelo y bajé la cabeza.
El hombre se me acercó para verme de cerca y me subió el rostro.

- No seas tímido, con un rostro como el tuyo nunca deberías bajar la cara. -

El señor le preguntó a Serge si mis ojos son reales o lentes de contacto.

- Tienes unos ojos impresionantes. Es un azul muy único. -

Sonreí con pena.
El viejo dijo otra cosa pero no comprendí porque habló muy rápido.

Valerian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora