𝐈𝐕

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- ¡Cómo te atreves a pensar que te he sido infiel - Soltó el pelilargo con enojo.

- Ya ni siquiera se quién rayos eres Eddie - Dijo secamente Steve

Sus ojos marrones se agolparon de lágrimas, se lo había imaginado, supuso que su esposo en algún momento exigiría una razón e incluso querría descartar un par de cosas inexistentes, así era Steve, lo conocía sabía que el castaño se guardaba muchas cosas, entre ellas sus dudas, solo con los años habían logrado tener una comunicación ideal.

Los primeros años habían sido complicados, bastante de hecho entre ellos. Y en estos últimos meses no podía recordar a Steve confesándole algunos de sus pensamientos como solía hacerlo antes. No podía recordar a aquel Steve que a veces lloraba entre sus brazos, solo por miedo o por sus antiguas pesadillas, el también había cambiado.

- No eh conocido, no quiero conocer a nadie ... No te eh sido infiel, ése no es el asunto Steve - dijo tratando de sonar calmado, realmente lo intento pero no pudo evitar apretar los dientes debido a la molestia.

Steve soltó un bufido y volvió a concentrar sus ojos en el expreso. Sabía que le creía, su esposo lo conocía bien, o al menos solía hacerlo, sabía ver la verdad o la mentira en aquellos ojos marrones, se conocían bien, tan bien que le dolía imaginar que Steve pronto tenía que salir de su vida...

Por qué tenía que hacerlo, no había duda, las cosas no se podían arreglar, un vidrio que se quiebra jamás vuelve a ser el mismo, jamás vuelve a tener esa misma forma.

- Necesito que me digas por qué - Steve volvió sus ojos almendrados en dirección a su rostro.

Se sintió incapaz de concretar en palabras sus sentimientos y pensamientos, todas las ganas de llorar que tenía, toda la soledad que había experimentado desde aquella llamada, la desesperación que durante meses lo acompañaron, lo perdido que estaba ahora...
Y la forma que temía del mañana ....

- Steve.... C... creo que - silencio.... - Puedes hacerte una idea - dijo apenas en un murmullo ahogado.

- Necesito... Que... Me ... Lo... Digas - Dijo enmarcando cada palabra - Por favor.

El sonido del móvil de alguien en alguna de las mesas cerca de ellos le hizo recordar aquel día en qué el mismo sonido llamó a las 10:30 de la mañana, en la casa que compartía con su esposo aquel día de abril.

Tenía cinco meses de embarazo y ambos estaban preparando el almuerzo, recordó cómo Steve contestaba y el silencio que reinó en el salón, en espera de la respuesta de su esposo, mientras al otro lado de la línea alguien hablaba.

- Estaré ahí en dos horas - contestó el de ojos almendrados rompiendo el silencio finalmente.

Dos horas... Dos horas había tenido Eddie para asimilar que su esposo se iba al otro lado del mundo y el se quedaba esperandolo en casa con un bebé en caminó.

- Eddie... Por favor... - La voz de Steve rompió su recuerdo.

- Steve, te fuiste cuándo aún estaba esperando a Joe... Y ni siquiera quiero hacerte recordar cómo volviste - Dijo Edward apartando de el la mirada mientras las lágrimas rodaban de aquellos ojos que el tanto amaba.

.....

Se despertó de golpe, no era como aquellas pesadillas, pero había sido un sueño confuso, apretando los dientes se levantó y decidió que lo mejor sería hacer algo de ejercicio.

Luego de colocarse finalmente las deportivas y sus auriculares, comenzó a correr por las manzanas cerca de la casa.

Era una agradable mañana de domingo, pero para el todos los días ya habían perdido algo de sentido, habían pasado nueve días desde que Edward había decidido pedirle el divorcio y el aún quería imaginar que todo aquello había sido un mal sueño, o un momento de locura por parte de él.. Edward siempre había sido impulsivo, esponteneo y aveces no medía las consecuencias de eso... Pero está vez, lamentablemente no había sido así.

𝐈𝐍𝐀𝐆𝐎𝐓𝐀𝐁𝐋𝐄  [𝐒𝐓𝐄𝐃𝐃𝐈𝐄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora