𝐈𝐍𝐀𝐆𝐎𝐓𝐀𝐁𝐋𝐄 [𝐒𝐓𝐄𝐃𝐃𝐈𝐄]

𝐗𝐗𝐗𝐈𝐕

𝐃𝐞𝐣𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐚𝐠𝐮𝐚𝐬 𝐬𝐮𝐛𝐚𝐧, 𝐧𝐨𝐬 𝐟𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐫𝐢𝐯𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫.
𝐍𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫𝐚𝐬...
𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐭𝐞 𝐚𝐥𝐞𝐣𝐞
𝐌𝐢 𝐚𝐦𝐨𝐫, ¿𝐃𝐨́𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐬?
¿𝐍𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬?
𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐫𝐚́ 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐯𝐞𝐳.
𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐭𝐚.

𝐒𝐮𝐫𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫
𝐍𝐚𝐭𝐚𝐥𝐢𝐞 𝐓𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫

Los dedos de sus manos apretaban con más fuerza de la necesaria el mango del paraguas, llovía desesperadamente, y sin saber muy bien porqué, él se encontraba frente aquella casa que conocía tan bien, donde había pasado tardes enteras de su infancia y adolescencia riendo junto a una de las personas más importantes en su vida.
Entró con pasos pesados por el jardín hasta quedar frente a la puerta donde cerró el paraguas y notó lo rojas que tenía sus manos por el exceso de fuerza usada para mantener el paraguas y que se empeoraban por el frío.

Cuando la mujer rubia se asomó por la puerta una extraña sensación de "𝑉𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑐𝑎𝑠𝑎" invadió su inquieto corazón, una tímida sonrisa se dibujó en su rostro mientras quién le recibía se llevaba una mano al rostro con una notable expresión de sorpresa.

- Oh Dios mío... Steve... - Susurró la voz al otro lado de la puerta.

- Hola Sra. Hargrove... - Murmuró agachando un poco la cabeza.

La última vez que el castaño había visto a la madre de su mejor amigo había sido hacía unos meses cuando se celebró el primer año de muerte del soldado. Aquel día, que bien podía recordarlo, no había aguantado hasta el final de la ceremonia para irse antes de tiempo junto a Edward.

- Venga, entra, estás goteando - Dijo la mujer rápidamente.

Sus ojos almendrados detallaron el lugar descubriendo que nada había cambiado desde la última vez que había visitado la casa de Billy.

Las fotos seguían en el mismo lugar, las paredes seguían siendo del mismo color y el sofá seguía en el mismo sitio - ¿Quieres café? - Ofreció la rubia mujer.

- Por favor... -

Leyla Hargrove había sido como una segunda madre para él, Steve podía recordar la infinidad de días que pasó en aquella casa junto a William, jugando, riendo, estudiando, planeando cosas, entrenando, cenando o simplemente cultivando aquella fuerte amistad que tenían.

Se sorprendió a sí mismo al ver cómo luego de la muerte de su mejor amigo él había perdido el contacto y comunicación con la familia del alto rubio.

- Hace mucho tiempo que no sabía nada de ti querido... - Sonrió levemente Leyla.

- Lo sé Sra. Hargrove... Yo... - No pudo terminar la idea.

- Lo entiendo Stevie... Lo entiendo -

Abrió rápidamente los parpados intentando negar fuertemente con la cabeza mientras un dolor comenzaba a apoderarse de su pecho, se repitió varias veces que no debía llorar frente a la madre del soldado.

- ¿Eddie y tú tuvieron un hijo, no? - Sonrió nostálgicamente la mujer.

- Sí... Le hemos llamado Joseph... -