—¿Dónde viven tus padres? — pregunté con evidente curiosidad, ya que, en lugar de tomar un avión o irnos en tren, nos embarcamos en un lujoso yate.
—Ahora viven en La Toscana, pero les gusta venir constantemente a pasar días tranquilos en una isla cercana que nos pertenece desde hace muchos años.
—Oh, ¡eso es genial! Tienen mucho dinero por lo que veo, ¿no?
—Fue lo que trabajaron mis padres y mis tíos en su juventud. Mi madre y mi tía tienen una editorial bastante reconocida a nivel nacional e internacional, y mi hermana Lea y mi prima Sally, son las encargadas ahora de ella. Mi padre y mi tío son inversionistas.
—Y supongo que tú te dedicas a lo mismo que tu padre y tu tío, ¿no es así?
—Supones mal — sonrió ladeado—. Logan, mi hermano gemelo y Kristen decidieron seguir sus pasos. Yo me incliné por otro tipo de negocio.
—¿Qué tipo negocio? Claro está, si puedo saber a lo que te dedicas.
—Estás en el derecho de saber todo de mí, calabacita, después de todo, ahora somos una pareja — me dio una mirada que no supe interpretar de momento—. Porque somos una, ¿o no?
Presioné los labios con fuerza, desviando la mirada a mis manos. La vergüenza de nuevo se hacía presente en mi rostro y me delataba. Somos una pareja, ¿verdad? Anoche y esta mañana actuamos como una al besarnos como lo hicimos, pero ¿realmente lo somos? No supe qué decir por un momento, pero tras sentir su mirada sobre mí, me sentía con el deber de responderle.
—Y-yo... supongo que sí, ¿no? Digo, es que nos conocemos hace poco y aún no hay sentimientos de por medio, así que...
—No te sientas presionada en darme una respuesta. Sé que debo ganarme tu corazón primero — sus palabras me llevaron a mirarlo a esos ojos tan bonitos y magnéticos —. Soy el propietario de una cadena muy importante de restaurantes en Milán.
—¿Y dices que no te gusta la pasta? — reí—. ¿Qué comidas preparan entonces en tu restaurante?
—Todo tipos de platos preparamos, pero el poco gusto por la pasta es personal.
—Cuando pruebes la mía te va a nacer el gusto — bromeé.
—Todo lo que venga de ti, estoy que seguro que me gustará.
Nos quedamos en silencio por largos segundos en los que me dediqué a contemplar las hermosas casas de Venecia. No tenía ni la menor idea de que fuera propietario de una cadena de restaurantes, ni siquiera en las preguntas que le hice la noche anterior, planee en preguntar su profesión. Estaba tan centrada en otras cosas, que olvidé conocerlo verdaderamente. Supongo que tenía razón, las personas se conocen pasando tiempo juntas y de a poco a poco, no por medio de un cuestionario. Inclusive creí que estaría envuelto en negocios ilícitos, pues mi padre recalcó muchas veces que su familia en general era muy peligrosa.
Ya no sabía si creer en mi padre o no, ese hombre que lo había sido todo para mí, se había desmoronado en el aire como la mismísima arena. Ya no era más mi superhéroe, ¡ni siquiera sabía quién era mi padre realmente!
Estaba dolida porque toda mi vida estuve viviendo en una mentira, ahora al saber que me vendió a su favor, la decepción que siento es más fuerte que el dolor. Y saber que mi madre estuvo todo el tiempo con él, me termina de romper por dentro.
¿Por qué mi madre estaba decidida hasta último momento a estar de acuerdo con él? ¿Acaso como hija le importo tan poco? Eran muchas las preguntas que me hacía y ninguna respuesta coherente. Tenía toda la intención de enfrentarlos, pero debía ser honesta conmigo misma; temía a que me aseguraran en la cara que me habían apostado junto a toda su fortuna.
Lo que parecía un día bonito y colorido, se volvió gris. Aún no sabía cómo iba a ser mi vida en un par de meses, si ese hombre que decía quererme era bueno o malo y no me estaba mintiendo en sus supuestos sentimientos por mí. No tenía ni la más mínima idea de nada, pero ¿qué podía perder? Si ya había perdido la esperanza y toda confianza en mis padres, las únicas personas que creí eran sinceras conmigo.
Ahora bien, Jacob parecía ser sincero y hablarme con la verdad, no obstante, algo dentro de mí no me dejaba confiar del todo en él.
—¿Te sientes bien, calabacita? — Jacob disminuyó la velocidad del yate.
—Sí, estoy bien — mentí y él pareció darse cuenta de ello—. Pensaba en mis estudios. Me gustaría retomar la universidad.
—Si es lo que quieres, sabes que puedes hacerlo.
—Haré averiguaciones para el cambio de universidad.
—Cuenta conmigo si necesitas ayuda en algo.
—Gracias — suspiré—. Te puedo hacer una pregunta. Bueno, más bien tengo una duda.
—Mientras tenga cómo darte respuesta, pregunta todo lo que quieras.
—Mi padre no tenía negocios con ningún restaurante. ¿Cómo lo conoces? ¿Qué tipo de negocios compartían los dos? — ya no aguantaba más esas dudas que tenía por dentro—. Necesito saber por qué mi padre me apostó como si me tratara de un simple objeto.
—No eres un objeto, calabacita — detuvo el yate en medio de la nada y me encaró tomando mi mano y haciéndome sentar en su regazo—. Lo más importante en una pareja es la confianza y la comunicación. Si no tenemos ninguna de estas bases, no vamos a llegar a ningún lado.
—¿Serás sincero conmigo?
—Nunca podría llegar a mentirte — dejó un suave beso sobre mis labios—. Estás en todo el derecho de saber la verdad, de preguntar el motivo que llevaron a tus padres a venderte al primero que les diera un buen precio a cambio de todo lo que ellos creían tenía valor — su mirada se tornó oscura—. Créeme que si tuviera a tu padre de frente, lo golpearía hasta que entendiera que los hijos son lo más preciado de este mundo. Me duele tanto como a ti que hayas tenido que atravesar por este infortunio, pero a la vez me siento dichoso de haber sido yo el que tuvo el gusto de salvarte de manos aún más sucias.
Mis ojos se cristalizaron y por mis mejillas rodaron esas lágrimas que había contenido todos estos días. Con suma ternura y cariño, él se encargó de besar mis lágrimas y borrar todo rastro de ellas con la calidez de sus labios.
—Son tus padres y las personas que te dieron la vida, pero ellos no merecen tus lágrimas ni mucho menos que les tengas amor o consideración— besó mis ojos repetidas veces, apretando mi cuerpo contra el suyo—. Ellos no merecen siquiera que los tengas en el pensamiento.
—Me duele mucho que me hayan mentido. Ellos aseguraron que no tenía opción y que debía casarme contigo.
—Te contaré la verdad de aquella vez en la que, sin saber que eras tú la que estaba de por medio, ellos se atrevieron a ofrecerte como si te trataras de una pieza única e inigualable.
Mi corazón se hizo chiquito tras sus palabras. No estaba preparada para escuchar lo que parecía ser la verdad, pero debía saberla, de ese mismo modo, tendría todas las de ganar para traer conmigo a mis hermanitas. Sabiendo de lo que eran capaces de hacer, no podía dejarlas por más tiempo con ellos.
—Te escucho...
Armé mi corazón de valor para lo que sea que fuera a decirme Jacob, después de todo, la decepción ya estaba incrustada en mi pecho como un arma lacerante e hiriente.
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Cautivando tu corazón[✓]
RomanceSer prácticamente obligada a casarse con un perfecto desconocido por su padre, Cora Walker decide huir de su casa, pero en el intento de ser libre y elegir su propio destino, aquel hombre le pone sobre la mesa un trato que considera justo. ¿Podrá J...