—Esa miradita que me estás dando me está gustando mucho y me hace creer que estás pensando cosas muy sucias de tu amado esposo.
—Eres muy sexi — mordí mi labio inferior, recorriendo a gusto cada forma de su trabajado abdomen al momento que se quite la camisa y su torso queda al descubierto—, por supuesto que estoy pensando cosas muy sucias contigo.
Soltó una risita divertida, desabrochando su pantalón muy lentamente y dejándolo caer al suelo sin apartar su mirada de la mía. Es imposible que mi mente no vuele tan alto al tener un hombre tan atractivo y desnudo frente a mis ojos. Además de que esa montaña tan grande me confirma lo mucho que soy capaz de provocar en él.
No sé sí se trataba de esa mirada tan penetrante y oscura, de la forma en la que se quitó la ropa o esa sonrisa tan maliciosa que me dedicó al jugar con el borde de su bóxer que me tenía con la piel latiendo de deseo y ganas. No hacía falta que me preparara más, con esos besos tan ricos que dejó y con esa manera de desnudarse y mirarme, me tenía lo suficientemente húmeda y lista para recibirlo.
Bajo la última prenda que lo cubría y tragué saliva. Nunca antes había visto un pene, por lo que me daba curiosidad de saber si se sentía igual de duro a como se veía y, ¿por qué no? También quería conocer sus expresiones en el momento en que lo tuviera dominado de la misma forma en la que me había desarmado a mí con sus labios y su experta lengua hace unos momentos.
—Me vuelves loco — subió sobre mi cuerpo, separando mis piernas y haciéndose espacio entre ellas—. Tengo que preguntar antes de que hagamos el amor, porque quiero estar seguro de que lo quieres hacer y no porque las ganas nos dominaron ¿Estás segura de entregarte a mí, mi diosa?
—¿En serio me estás preguntando eso justo ahora y teniéndome así de expuesta? — enarqué una ceja, y asintió mordiendo sus labios—. Estoy muy segura, Jacob, ya te lo había dicho.
Acercó su boca a la mía y me besó, descendiendo sus manos por mis curvas y apretando su cuerpo contra el mío. Su erección se frotaba lentamente en mi estómago y el calor que de por sí ya era sofocante e intenso, se agudizó en mi interior.
Poniendo mi pierna izquierda a un lado de su cuerpo, recorrió mi muslo con la yema de sus dedos hasta llegar a mi centro y palpar con suavidad, deslizando sus dedos por mis pliegues y esparciendo mis propios fluidos por mi hendidura sin llegar a adentrarse en mis adentros. Sus besos me tenían loca, cada instante se hacían más fogosos y demandantes, haciendo imposible seguir el movimiento de su boca. Además de que sus dedos presionando mis nervios no me permitían poder seguir su ritmo ya que de mi boca escapaban gemidos que no podía controlar.
Descendió su boca por mi cuello al tiempo que un dedo se coló en mi interior muy suavemente, pero sentir la intromisión desconocida me hizo tensar, por lo que detuvo todo movimiento de su dedo y se incorporó para dejar un beso en mis labios.
—Relájate — murmuró, rechinando los dientes y moviéndose ligeramente sobre mí—. Solo te voy a acariciar un poco más...
Respiré hondo y cerré los ojos, relajando todo el cuerpo y permitiendo que su dedo se adentrara en mi interior. Su dedo se movió con sumo cuidado, salía y entraba muy despacio y me dedicaba una mirada que me gustó en demasía. El roce y una especie de presión hacía que un cosquilleo se agudizara en mis adentros, algo parecido como cuando tienes ganas de ir al baño, pero se sentía tan placentero y bien que moviera los dedos de esa manera.
—Se siente tan bien estar dentro de ti — sacó su dedo lentamente y lo llevó a su boca, mostrando la forma tan depravada en la que probó mía fluidos—. Tu sabor es tan delicioso y adictivo, calabacita.
—Jacob... — no podía hablar, sentía la boca seca.
Acomodó su pene en mi entrada y lo frotó entre mis pliegues, provocándome un sinfín de temblores ante el suave y eléctrico roce, más no dejé sentirme nerviosa por el hecho de que entraría en cualquier instante.
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Cautivando tu corazón[✓]
RomanceSer prácticamente obligada a casarse con un perfecto desconocido por su padre, Cora Walker decide huir de su casa, pero en el intento de ser libre y elegir su propio destino, aquel hombre le pone sobre la mesa un trato que considera justo. ¿Podrá J...