Jacob me llevó a conocer la isla. Me mostró lugares hermosos dentro de ella, incluso me enseñó su lugar favorito y que usaba para descansar y relajar la mente de todo lo que lo agobiaba. No hubo un solo día donde no fuera feliz a su lado. No necesitaba más que sus besos y su compañía, pero él debía regresar cuanto antes a Milán para estar al frente de sus restaurantes. La idea de quedarme sola en Venecia no me agradó un poco, allí me sentía muy sola y sin nada que hacer, además de que quería retomar mis estudios así no fuera en California.
Había tomado la decisión de pedirle que me llevara con él a Milán, pero no sabía si estaría de acuerdo o no. Toqué la puerta de su oficina y, tras recibir su orden, entré. ¿Y si me decía que no me llevaba? Esa era una posibilidad que me dolería en el fondo.
—Encárgate de ello mientras regreso — me sonrió sin despegar el teléfono de su oreja—. Mañana a primera hora. Debo irme. Hasta pronto.
—¿Estás ocupado? — quise saber tan pronto colgó la llamada—. Podemos hablar en la noche si lo estás.
—Para atender a mi diosa hermosa nunca estoy ocupado — me señaló el escritorio de su lado y caminé hacía él como por arte de magia—. ¿Qué necesitas de este pechito, calabacita? Pero antes que nada —me tomó de la cintura y me sentó en su regazo—, ese vestido te queda precioso.
—G-gracias — sonreí tímida, ya que lo había escogido especialmente para él—. Sé que debes ir a atender tus negocios a Milán, así que me preguntaba si podía acompañarte. No quiero quedarme sola aquí. También quiero buscar universidad para empezar los trámites de inscripción.
—Faltaba más, esas cosas no se preguntan, mi amor — rodeó mi cintura y descansó su barbilla en mi hombro—. Igual te iba a pedir que vinieras conmigo, no me gusta alejarme tantos días de ti. Lo más probable es que tengamos que mudarnos definitivamente a Milán.
—Podemos viajar antes y ver apartamentos, ¿no crees?
—No hace falta, ya que hace mucho compré nuestra casa.
—Ah, ¿sí?
—La compré unos meses antes de casarnos. Es la casa de mis sueños y espero que podamos habitarla pronto, pero si prefieres vivir en un apartamento, buscaremos uno que se ajuste a los dos.
—No estaría mal vivir en la casa.
—¿Segura?
—Ya vivimos juntos, lo único que va a cambiar es el espacio y el lugar.
Besó mi hombro repetidas veces, apretando mi cuerpo contra el suyo. Su forma de mirarme me derrite y me deja sin palabras. Es tan intensa y profunda.
—¿Quieres salir a dar un paseo? Sería nuestro último día viviendo aquí.
—¿Y si mejor nos quedamos? Me gustaría cocinar la pasta para ti.
—Me convenciste — giró mi rostro y besó mis labios—. Me ofrezco para ser tu asistente único y personal.
—No perdamos tiempo. Ya quiero ver tu cara cuando estés disfrutando de mi comida — traté de levantarme, pero la presión de sus brazos en mi cuerpo me lo impidió —. ¿Qué pasa?
—Voy a disfrutar como no tienes idea cuando me coma tu comida — lo vi morderse los labios y tragué saliva, comprendiendo el doble sentido de sus palabras—. Vamos antes que la situación se ponga aún más dura de lo que ya está.
—Eres un pervertido — traté de ocultar el sonrojo de mi rostro con mi cabello—. Vamos, Sr. Bardot.
—Te sigo, futura Sra. Bardot.
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Cautivando tu corazón[✓]
RomanceSer prácticamente obligada a casarse con un perfecto desconocido por su padre, Cora Walker decide huir de su casa, pero en el intento de ser libre y elegir su propio destino, aquel hombre le pone sobre la mesa un trato que considera justo. ¿Podrá J...