Dudas

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—Jacob nos llevará al parque de diversiones — pidió Zarai en cuanto entró a la cocina—. ¿Nos dejas ir?

—¿De verdad vas a llevarlas? No tienes que hacerlo, mi amor. Son mis hermanas y es mi deber cuidar de ellas.

—No me molesta ni me incomoda pasar tiempo con un par de niñas tan agradables. Además, tú tienes tu encuentro con tu amiga. Habla con ella tranquilamente, porque por lo que me di cuenta ayer, mi presencia la cohibió mucho. No quiero incomodarte con ella.

—¿Estás seguro? Pensaba presentarte a ella.

—Volveremos temprano y así podré conocerla, ¿de acuerdo? — besó mi mejilla con suavidad—. ¿Qué te hiciste hoy? Cada día te pones mucho más hermosa.

—Deja de jugar y ve con las niñas al parque de diversiones — besé sus labios y dejé un beso en la frente de cada una de ellas—. Pórtense muy bien, pero, sobre todo, diviértanse mucho.

—Antes de irnos, ven, acércate un poquito a mí — me tomó de la cintura, me pegó a su cuerpo y acercó sus labios a mi oreja, haciéndome estremecer por su cálido aliento chocar contra mi piel—. ¿Cómo no hacerme ilusiones si tú misma me pones las alas para que vuele alto? En cuanto las niñas se duerman, haré mi mejor esfuerzo para obtener el mejor de los resultados.

Apreté las piernas por el cosquilleo que sentí en mi parte baja y suspiré. ¿Cómo se atreve a hablarme de esa manera frente a las niñas? ¿Acaso no se da cuenta de lo débil que soy cuando se trata de él, su cercanía, sus labios sobre alguna parte de mi cuerpo, su aliento caliente chocando contra mi piel...?

Aparté todo pensamiento de mi cabeza al sentirme acalorada. ¿Qué rayos me pasa? Últimamente me pone tan sensible que se acerque de esa manera y me hable al oído. Sus roces e incluso unas simples palabras me dejan con el corazón latiendo a mil por hora. Debo controlar mis hormonas, porque desde que lo probé, no hago otra cosa que desearlo cada día con mayor intensidad y frecuencia. Si seguimos a ese ritmo, voy a bajar de peso en solo unas cuantas semanas.

—Y quiero que sea un buen esfuerzo — le comenté al oído en medio de una risita traviesa—. Vete antes que las niñas se desesperen.

—Madre mía, ¡qué hermoso se escucha eso! — besó mis labios una vez más, antes de salir con mis hermanitas de la casa.

Le envié la dirección de la casa por WhatsApp a Arabella mientras terminaba de preparar sus dulces favoritos. Hace mucho no hacía pastelitos rellenos de crema y limón para ella, por lo que fue imposible no extrañar nuestros momentos juntas. He sido una mala amiga, después de todo, ella había quedado en ayudarme y yo no me tomé el tiempo de llamarla y decirle que todo estaba bien conmigo. Pero ahora que lo pienso mejor, ¿ella y Jacob ya no se conocen de antes? El día que estaba pactada nuestra boda, él venía en su auto y afirmó que mi amiga se encontraba bien, ya que él la había detenido y, por ende, mi plan se había venido abajo.

—Que tonta eres, Cora — golpeé mi frente con mi mano—. Arabella debe pensar lo peor de Jacob.

Cuarenta minutos después, el timbre de la puerta resonó en el interior de la casa. Emocionada y con una sonrisa enorme, le abrí la puerta a Arabella. Ella, como siempre, se veía igual de hermosa y radiante, luciendo su bonita figura en un vestido acentuado a sus curvas. Aunque es una chica menuda, tiene muy buenos atributos.

—Te veo mucho más hermosa de lo que eras antes — se quitó las gafas de sol y sonrió ladeado—. supongo que se debe a una receta mágica llamada amor, ¿o me equivoco?

—Supones nada más — la risa que escapó de mis labios me dejó en evidencia—. Quizás un poco de amor era lo que necesitaba...

—¡No te atrevas a hablar así, Cora! — frunció el ceño, dando manotadas al aire—. Si importar qué, siempre necesitamos amor, así sea propio o de un tercero.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora