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Los días fueron pasando muy lentamente, las semanas parecían ir a paso de tortuga y todo a mi alrededor parecía rodar en cámara lenta. Algo cambió dentro de mí en ese instante en el que mi padre dejó de ser el héroe de mi mundo, para convertirse en mi primera enseñanza y lección de vida. Puede que aun sienta algo de resentimiento por él, quizás porque no se atrevió a escogerme a mí por encima de todo, pero miento al decir que no me hace falta.

Cometió sus errores, no es un ser perfecto, pero me cuesta tanto dejar de amarlo y de pensar no solo en él, sino también en mi madre y en mis hermanitas. Deseo tanto verlas, saber que se encuentran bien y que no están pasando por malos ratos. Muchas veces he querido ir con ellas, pero con solo de pensar que estaré frente a mis padres, todas las ganas se reducen a la nada, aún así, ellas son las que menos culpa tienen, después de todo, los que fallaron fueron ellos. No voy a descansar hasta no verlas, abrazarlas y escuchar sus bonitas y alegres risas.

Mi relación con Jacob está en lo más alto del cielo, cada vez se entrega a mí con mayor intensidad que el día anterior. No sé dónde guarda tanto amor para darme, pero me derrite y me termina de enamorar con todo lo que él es capaz de hacer por mí. Deseo estar todo lo que dure de vida junto a ese hombre que me cautivó y me hizo adicta a él, a sus besos, a sus fuertes brazos y a toda la calidez de su amor. Se encargó de enamorarme tan bien, que ya no puedo vivir sin su dulzura.

Nuestros planes de boda siguen en pie, incluso su hermana y su madre nos han ayudado bastante en todos los preparativos, pues con el poco tiempo que me queda de la universidad y lo mucho que lo consume el restaurante a él, es imposible hacernos cargo de todo por nuestra cuenta. Ante todos somos esposos, pero no veo la hora de sujetar su mano frente al altar y darlo por hecho.

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Después de semanas de pensarlo, decidí venir a casa de mis padres y saber cómo van las cosas con mis hermanitas. Las extraño tanto cada día que va pasando, que ya no podía soportar más tiempo sin saber de ellas.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer, mi amor? — inquirió Jacob, sacándome de mis pensamientos.

El dolor de la traición y la decepción seguía latiendo en mi corazón, pero tampoco soy mujer de guardar odio a los demás, menos a mi familia. Por más que me niegue a mí misma, ellos seguirán siendo mis padres aún estando en muerte.

—Sí, estoy muy segura.

—Bueno, sabes que aquí voy a estar de tu mano siempre, corazón — entrelazó nuestras manos, esbozando una sonrisa divertida—. ¿Crees que los suegritos se vayan a sorprender por nuestra inesperada visita?

—Es lo más seguro.

—Espero que no estén haciendo nada que sea pecaminoso ante los ojos de Dios — su comentario me hizo reír, él siempre busca la manera de hacerme sonreír hasta en los momentos donde más nerviosa me encuentro.

—¿Cómo lo que hicimos en el jet de camino aquí? — le susurré al oído y dejó una fuerte nalgada en mi trasero—. ¡Oye, eso duele!

—Es tu culpa. Siempre estás provocándome e incitándome a pecar — acercó sus labios a mi oreja y me estremecí—. Me encanta tu lado más atrevido y perverso, mi amor.

—No perdamos tiempo — carraspeé, antes que terminara de sucumbir ante ese tono tan sexi y ronco de su voz—. No te imaginas lo mucho que deseo abrazar a mis hermanitas.

—¿Aún sigues pensando en traerlas con nosotros?

—Quiero darme de cuenta que están bien con mis padres. De no ser así, voy a pelear por ellas.

—Ojalá no sea necesario llegar a esos extremos, después de todo, los niños necesitan de sus padres. Tú no tienes por qué llevar su responsabilidad — besó mi frente—. No perdamos más tiempo y entremos, ¿no te parece?

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora